Martes, 23 de Abril 2024

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Protesta, violencia y vandalismo

Por: Martín Casillas de Alba

Protesta, violencia y vandalismo

Protesta, violencia y vandalismo

Esos fueron los tres pasos que se dieron la semana pasada durante la manifestación contra la violencia de la mujer, sin saber que, cuando un individuo se integra a una multitud piensa, siente y obra de manera inesperada por el simple hecho de haberse incorporado a una masa que, en ese momento siente, piensa y actúa completamente diferente de cómo lo harían ellos de manera aislada.

Me baso en el ensayo de Freud Psicoanálisis de las masas y análisis del Yo, escrito hace un siglo, poco antes que pudiera confirmar causas y efectos de las multitudes como las que reunía Hitler para alentarlos a invadir y destruir parte del mundo, así como para perseguir y matar a millones de judíos inocentes.

Por lo que vemos en estos días, podemos confirmar el comportamiento de las masas, como estas que hay por todo el mundo en donde vemos cómo es que han pasado de la protesta a la furia y de ahí al vandalismo, tal como las multitudes en Hong Kong que defienden su tipo de gobierno frente al gigante de la China comunista a la que pertenecen o la manifestaciones en contra de la violencia de género en la CDMX; o esa otra masa artificial (como son la Iglesia y el Ejército), llamada La Luz del Mundo que más bien parece que se ha convertido en un negocio familiar con un jefe detenido, acusado de pornografía infantil que ha heredado la dirección a su hijo, sabiendo que el prestigio funciona como atractivo para el espíritu de la masa, mismo que desaparece frente al fracaso, aunque, por lo visto, en este caso no ha sido de esa manera. O las masas que atiende Trump en sus campañas o las que AMLO convoca en los pueblos que visita o en el Zócalo en donde la masa congregada “desconoce la sed de la verdad y demandan ilusiones irrenunciables, para darle preferencia a lo irreal que actúa con la misma fuerza que lo real”.

Cuando alguien se integra a una masa adquiere, por el simple hecho del número, un sentimiento de potencia invencible y por eso, ceden a ciertos instintos que antes, como individuos, hubieran reprimido. Desaparece el sentimiento de responsabilidad y hay un contagio mental, como si estuvieran hipnotizados, una vez que han sido sugestionados por quien los dirija, de tal manera que los sentimientos y los actos se contagian y se propagan.

“Protesta, furia y vandalismo”, así resumieron la marcha contra la violencia de género en donde pudimos ver cómo desaparecía la personalidad consciente y dominaba el inconsciente de la masa por sugestión y contagio, dominando el deseo de convertir de inmediato en actos las ideas de violencia sugeridas.

Marco Antonio hipnotizó a los romanos cuando salió al estrado cargando el cadáver de Julio César para rematar con su discurso: “Amigos, romanos, compatriotas...” Al final, la masa linchó a los conspiradores. “¡Odio, ya estás desencadenado, haz lo que te plazca!”, decía Marco Antonio mientras la multitud mataba de pasada al inocente poeta Cina, sin vela en el entierro, pero se llamaba igual que uno de los conspiradores.

La multitud es impulsiva, versátil e irritable y se deja guiar por el inconsciente. Es influenciable y crédula de tal manera que la personalidad y el instinto de conservación desaparece y el individuo pierde su voluntad, sin tolerar aplazamiento alguno entre el deseo y su realización, pues “desaparecen todas las inhibiciones individuales y se despiertan los instintos crueles, brutales y destructores, residuos de las épocas primitivas latentes en el individuo.”

A veces son los agitadores o los grupos de choque, como los que aparecieron en la marcha contra la violencia de la mujer, los que disparan el caos: saben que la masa no tiene voluntad alguna.

La multitud puede desembocar en violencia y en vandalismo tal como lo hemos visto pues han perdido la consciencia de sí mismos y, por eso, pasan con facilidad de un estado a otro, como lo sabía Freud hace un siglo.

(malba99@yahoo.com)

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