Martes, 21 de Mayo 2024

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Polvos de La Mancha XV

Por: Carlos Enrigue

Polvos de La Mancha XV

Polvos de La Mancha XV

En la invitación a leer el Quijote les propongo esta lectura

Sancho sin duda era tardo en entender la grandeza de su señor y en la simplicidad del escudero nos reflejamos todos los que, pasmados, tomamos una obra que cada que la leemos la sentimos diferente y por su volumen siempre novedosa para los lectores o cuando menos eso parece. Uno de los pasajes triunfales, si no el que más del señor de La Mancha es el episodio de los leones que, sin embargo, comienza con un accidente.

El caballero “daba voces a Sancho que le trujese el yelmo, estaba él comprando unos requesones que los pastores le vendían y acosado de la mucha priesa de su amo, no supo que hacer dellos, ni en qué traerlos, y por no perderlos, que ya los tenía pagados, acordó de echarlos en la celada de su señor, y con este buen recado volvió a ver lo que le quería; el cual, en llegando, le dijo: ‘Dame amigo esa celada, que o yo sé poco de aventuras o lo que allí descubro es alguna que me ha de necesitar y me necesita a tomar las armas’”.

Y es que vio un carro que se acercaba, luciendo banderas reales, lo que suponía que ese carro llevaría monedas de su majestad, tal y como se lo dijo don Diego de Miranda, llamado en la obra el del Verde Gabán, teniendo que aclarar que cuando se ponían las banderas era común que transportara moneda del rey, a pesar de lo cual don Quijote pensaba que no se perdía nada con apercibir y más que se encontraba con gran espíritu por su triunfo ante el Caballero de los Espejos, al que acababa de vencer.

“Y volviéndose a Sancho, le pidió la celada; el cual, como no tuvo lugar de sacar los requesones, le fue forzoso dársela como estaba. Tomola don Quijote, y sin que echase de ver lo que dentro venía, con toda priesa se la encajó en la cabeza; y como los requesones se apretaron y exprimieron, comenzó a correr el suero por todo el rostro y barbas de don Quijote, de lo que recibió tal susto que dijo a Sancho:

-¿Qué será esto, Sancho, que parece que se me ablandan los cascos o se me derriten los sesos, o que sudo de los pies a la cabeza? Y si es que sudo, en verdad que no es de miedo: sin duda creo que es terrible la aventura que agora quiere sucederme”.

El caballero está confuso, no sabe qué pensar, ¿será acción de los encantadores? Otra más, pero poco tarda en descubrir la culpa del escudero y reclamarle airadamente y la socarronería de Sancho siempre tiene, tomando en cuenta a su amo, una digna excusa y antes de concluir le dice:

“Si son requesones, démelos vuesa merced, que yo me los comeré. Pero comalos el diablo, que debió ser el que ahí los puso. ¿Yo había de tener el atrevimiento de ensuciar el yelmo de vuesa merced? ¡hallado le habéis atrevido! A la fe, señor, a lo que Dios me da a entender, también debo yo de tener encantadores que me persiguen como a hechura y miembro de vuesa merced.

-Todo puede ser -dijo don Quijote”.

¿Verdad que es divertida?

@enrigue_zuloaga

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