Luego de declararse culpable ante la justicia estadounidense de los cargos de delincuencia organizada y tráfico de drogas el 11 de julio pasado, la entrada de Ovidio Guzmán al programa de testigos protegidos, que lo sacó temporalmente de la cárcel y lo dejó bajo resguardo secreto esta semana como parte de su acuerdo de colaboración con las autoridades de aquel País, prolongó las tensiones que por el tema del narcotráfico en México hay en la relación bilateral.Aunque Claudia Sheinbaum expresó que para ella ya no era tema el debate que sostuvo la semana pasada con Jeffrey Lichtman, abogado de Ovidio y en su momento de su padre Joaquín “El Chapo” Guzmán, por llamarla relacionista pública de los grupos delincuenciales mexicanos, el asunto siguió dando de qué hablar, luego de todas las críticas a la Presidenta por haber sido ella, y no alguien de su equipo, quien hubiera respondido al litigante estadounidense.El anuncio que hizo Sheinbaum desde la mañanera el martes 15 de julio de que su gobierno ya había denunciado a Lichtman a través de la Consejería Jurídica de la Presidencia, sólo hizo que el tema se mantuviera, al dar pie a este abogado a amagar que su cliente estaba en negociaciones con Fox News, televisora estadounidense allegada al gobierno de Trump, en las que podría hacer delicadas revelaciones.Lejos de salir a descalificar el tono beligerante que en las últimas dos semanas ha mantenido el abogado de Ovidio, el gobierno de Estados Unidos pareció avalar sus críticas, al volver a desaprobar la estrategia de combate a los cárteles de la droga y la delincuencia organizada del gobierno de México, como ya lo había hecho el sábado pasado en la carta que envió Washington a la oficina de la Presidenta mexicana, en la que advierte que de no haber “desafíos” contra el narco, impondría aranceles del 30 por ciento a las exportaciones mexicanas a su país.Lo peor vino el miércoles pasado cuando el propio Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, luego de firmar una nueva Ley contra el tráfico de fentanilo en la Casa Blanca con el apoyo de republicanos y demócratas, ya no solo dijo que los cárteles mexicanos tenían bajo su control muchas regiones de nuestro País, sino que el gobierno mexicano les temía. “Las autoridades mexicanas están petrificadas. Les aterra ir a sus oficinas. Les aterra ir a trabajar porque los cárteles tienen un tremendo control sobre México, los políticos y las personas que son elegidas”, dijo textual quien decretó como organizaciones terroristas internacionales a estas organizaciones delictivas.La Presidenta rechazó ayer los señalamientos de Trump, insistió que no polemizará con él, pero que siempre buscará un trato de iguales y que le darían un informe a Estados Unidos y su pueblo de todo lo que se ha hecho contra los cárteles en México.Así, en esta semana que termina, hubo una vuelta de tuerca más en la tensión México-Estados Unidos, con la escalada de incertidumbre que eso implica.