Jueves, 28 de Marzo 2024

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¡Pero si es el PRI!

Por: Pablo Latapí

¡Pero si es el PRI!

¡Pero si es el PRI!

Finalizó el Informe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador

¿Primero? ¿Tercero? Quién sabe.

Apagamos el televisor.

En un ejercicio de introspecciónón nos preguntamos. ¿Qué acabamos de ver?
E inevitablemente lo primero que vino a la mente fue: ¡Pero si es el PRI! El de siempre, el clásico, el habilidoso para montar eventos solemnes rodeado y apapacho por amigos y cercanos.

Muy renovado, es cierto, pero es el mismo ritual, en fondo y forma, que se vivió durante décadas.

La misma categoría de los asistentes, los mismos estrados, y el mismo callado respeto al líder supremo del país. Quizás las piezas movidas de sitio, pero al fin las mismas piezas.

Un PRI que ha cambiado en forma: tiene ahora otro nombre, otros colores, pero en esencia maneja el mismo discurso en lo que tiene que ver con políticas públicas, con los temas que “lastiman” al presidente y con los mismos actores; ahí vimos los mismos rostros de tantos informes (muchos de ellos ahora más envejecidos) atentos al nuevo líder de la clase política.

Como en los mejores tiempos del PRI, y gracias a este extremo “make over”, vimos una muy disminuida y desacreditada oposición.

Quizás lo más plausible de toda esta revolcada a la vieja clase política y a su viejo estilo es que por lo menos hasta ahora y en apariencia este PRI sí parece acotado y restringido en el tema de “manos libres” para entrarle a sacar beneficio de los presupuestos. López Obrador, consciente que la motivación mayor de los mexicanos para llevarlo a la presidencia fue el hartazgo por la corrupción campante del último gobierno priista, hace énfasis que su guerra es contra la corrupción y contra los excesos de la clase política.

Y aunque la corrupción sigue, quizás no a los niveles lastimosos de sus antecesores, aparentemente se terminaron los beneficios extra de esta recién llegada burocracia que tendrá que conformarse con su sueldo, dejando de lado bonos, rebonos y recontrabonos, y por supuesto el pago de muchos de sus gastos.

Y de ahí viene la segunda reflexión: cuando escuchamos que si bien no hubo crecimiento, sí hay una nueva distribución de la riqueza, quizás el presidente López Obrador tenga razón (aunque sea en parte) porque efectivamente al cerrar la llave de los excesos de la clase gobernante, bajarles los ingresos y por lo menos a su círculos cercano amarrarle la manos para no robar, todos esos recursos que está ahorrando le permiten distribuirlos en sus programas sociales para adultos mayores y jóvenes desocupados.

Le ha quitado parte de su riqueza a la oligarquía política para cumplir con su misión de benefactor de algunos de los más desposeídos. Ha redistribuido esa riqueza.

De ahí en fuera no pasó nada.

Después del informe seguimos nuestras actividades tal y como lo hicimos al inicio de los últimos sexenios.

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