Dos imágenes de la actual campaña presidencial retratan mejor que nada la situación actual del Partido de la Revolución Democrática (PRD): la primera es del sábado pasado en el aniversario de la fundación del sol azteca, donde la figura principal fue Ricardo Anaya, y sin ninguno de los dirigentes históricos perredistas. La segunda imagen fue más elocuente: se ve al mismo Anaya en un mitin en Boca del Río, Veracruz, cargado en hombros por un joven que vestía una camisa polo con el logo del PRD.En esto ha terminado el PRD: en un simple ayudante del candidato de la derecha electoral mexicana. Son las imágenes de una realidad política marcado por el vil pragmatismo, la incoherencia política y la falta de ética. Igual de aberrante es la imagen de un Andrés Manuel López Obrador flanqueado por dos ex dirigentes del Partido Acción Nacional (PAN).La decisión de apoyar al candidato presidencial del PAN revela que el sol azteca ha dejado de ser la organización política que se construyó hace 29 años para convertirse en una mera agencia de colocaciones de un grupo político que se vende como la “izquierda moderna”, cuando no son más que un apéndice del programa del proyecto neoliberal en México.Como se sabe, el PRD nació los primeros días de mayo de 1989 en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México. Había pasado un año político crítico marcado por una insurgencia electoral que dio el triunfo presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas, postulado por el Frente Democrático Nacional (FDN).El Estado mexicano, el Ejército, los grandes empresarios (entre ellos el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios), los intelectuales liberales (como Octavio Paz y Enrique Krauze) y casi toda la prensa comercial del país avalaron un monumental fraude electoral con el que se impuso en la presidencia a Carlos Salinas de Gortari.Los días posteriores al fraude del 6 de julio de 1988, se discutieron las alternativas políticas que tenía el FDN y quienes respaldaban a Cárdenas. Las opciones eran impedir la toma de posesión de Salinas mediante movilizaciones populares, o denunciar el fraude y convertir esa imponente movilización en una organización política. Esta última opción se impuso al seno del movimiento neocardenista y terminó en la constitución del PRD.La imposición de Salinas fue extremadamente violenta. En los tres años siguientes se asesinó a casi 600 militantes perredista o que luchaban contra los fraudes cometidos por el PRI-gobierno en distintos lugares del país.Los fundadores del PRD pensaron que estaban construyendo un partido de lucha, integrado por partidos políticos, pero sobre todo por movimientos sociales. Entre ellos miles de activistas que impulsaban miles de luchas sociales en el país.Ese fue un error histórico para la izquierda de este país, al menos para la izquierda que quiere cambios de fondo y no terminar apuntalando a un régimen corrupto y decadente. Ahora, el que fue un partido de lucha, que prometía cambios de fondo en el país, carga sobre sus hombros al candidato de la derecha, dejando a un lado principios, ideología y la memoria de sus propios muertos. Y todo para conservar chambas y prebendas que les da el poder. (rubenmartinmartin@gmail.com)
