Martes, 21 de Mayo 2024

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Otra ciudad es posible

Por: Jonathan Lomelí

Otra ciudad es posible

Otra ciudad es posible

En esta ciudad, los semáforos funcionan sincronizados. En menos de una hora, una cuadrilla reemplaza cualquier foco fundido o repara un cortocircuito. 

En el camión, las máquinas de prepago dan el cambio de 50 centavos: 1.5 millones de pesos diarios regresan a los bolsillos del usuario. Sin distracciones, el chofer ya no cobra el pasaje ni almuerza unos tacos de barbacoa al volante, platito de unicel y coca en santo equilibrio. 

Ante un choque laminero, en minutos un agente vial salta para agilizar el tráfico. Aunque el parque vehicular se duplicó en la última década, la Policía Vial se fortaleció y ordena con más o menos eficiencia estas calles, tablas de la Ley de Movilidad en mano. 

En esta ciudad, los portaplacas son una falta, no pretextos recaudatorios. Ningún conductor se estaciona en doble fila para bajarse a comprar telas en Santa Tere. En la vuelta prohibida de Lázaro Cárdenas y López Mateos, en una hora 422 autos avanzaron cien metros para dar la vuelta correcta en el retorno. Indigna el gasto inútil en un letrero de Vuelta Prohibida. 

En esta ciudad entendimos que en el espacio público ninguna decisión es individual. 

El centro, reordenado en 2015 por el alcalde que llegó a gobernador, luce limpio, libre de motoladrones y sin informales. 

La Canaco festejó apenas ayer seis años de que retiraron 637 ambulantes del primer cuadro. El entonces jefe de gabinete de la ciudad, quién no lo recuerda, entregó sólo 109 permisos, mobiliario y unos pañuelitos muy monos de Julia y Renata para cada regularizado.  

¿Fue antes o después de salvar a los caballos con una disruptiva propuesta de calandrias eléctricas?     

En esta ciudad, los magistrados están para defendernos de la voracidad inmobiliaria. Hace una década, impidieron un desarrollo que terminó como un gran Parque Nacional en el Bajío y una Villa Panamericana que transformó los alrededores del Parque Morelos. 

Todo esto habría sido imposible sin nuestros activistas como Mario, Patricia, El Negro o Margarita, que llegaron al poder incendiarios y jamás se convirtieron en bomberos. Nadie ha logrado imponerles una mordaza ante una desaparición, el empalme de rutas con la Línea 3 o la gestión infame de la basura. Con humildad y autocrítica, aceptan avances, pero sobre todo pendientes. Y obran bien cada mañana, limpia la conciencia.

Aunque no todo marcha a la perfección, más de dos terceras partes votamos este 2021. Con trabajo y tropiezos, pero paulatinamente renunciamos al gandallismo mágico en la cola de las tortillas, al individualismo solidario nomás con el compadre, al pos me salto la ley para sacarle provecho.

Como ciudadanos, entendemos un día sí y otro no que la ciudad la construimos todos. Que otra ciudad es posible.

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