Jueves, 25 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

Oportunismo en crisis

Por: Gabriela Aguilar

Oportunismo en crisis

Oportunismo en crisis

Caso 1. “Saldremos de este bache. Sólo vendemos para llevar y a través de plataforma. En ocasiones sale para el sueldo de los meseros. Otras no. No quiero despedir a nadie. Les digo que estén tranquilos, que no se quedarán sin trabajo. Que cuando todo esto pase, nos levantaremos y seguiremos. ¡Y todavía falta un mes!”

Este mensaje me lo mandó por WhatsApp el encargado de un negocio de venta de alitas en Zapopan. Platica con su gente -son diez meseros-- y los motiva. Les cuenta cómo pasó de empleado a empresario. “Quiero que vean que sí se puede, que nadie regala nada”. Ulises, así se llama, también fue empleado en un negocio de cortinas. Por eso comprende la incertidumbre de sus trabajadores ante una crisis como la derivada de la pandemia. Ha sentido la angustia ante la amenaza de perder su trabajo. Entiende lo que sufren tanto los dueños como los trabajadores, lo ve claramente. “Ahora no puedo dejar abajo al corazón, las manos y la pasión de quienes hacen posible mi negocio, mis empleados”.

Caso 2. Un tapatío dueño de cinco negocios de alitas que, desde que inició el confinamiento, se alcoholiza diariamente. Su contador me lo platica. “Es que no tiene ingresos. ¡Imagínate! Cada negocio le genera alrededor de 50 mil pesos al mes y ahora no recibe nada. Ya despidió a sus empleados”.

Así pues, ¿cuántos empresarios, -no me refiero a emprendedores con negocios recién abiertos- aprovechan el virus para sacudirse sus deberes y abandonar sus compromisos laborales? Peor aún, ¿cuántos de los que “ahorraron gastos” deshaciéndose de sus trabajadores, quieren llenarse el bolsillo generando lástima para que sus clientes, engañados tras esa máscara, les consuman y compren?

El ADN del empresario se compone de resistencia, de elecciones incluso cuando el camino es cuesta arriba; de claridad para plantearse objetivos realistas, previsión para ahorrar, creatividad para abrir canales de venta y de responsabilidad para repartir mejor su utilidad. Lamentablemente, no todos los dueños de un negocio son empresarios. 

Se creía empresario sólo cuando ganaba. “Era tan pobre que no tenía más que dinero”, dice la canción de Joaquín Sabina. Ahora corta el hilo por lo más delgado: sus empleados. Finalmente les llegó la oportunidad. Esa que nadie quería ni esperaba. Esa que a pesar de años, trayectoria, sucursales y renombre es suficiente para decir “ya no podemos”.

¡Qué pena que escondan su mediocridad en la pandemia! Esta crisis es el momento para empresarios solidarios, éticos y con sentido humanitario. Porque nadie es empresario en solitario. Ahora es momento de regresar lo que por años han recibido de sus empleados: sacrificio y trabajo honesto.

Esta pandemia ya nos deja lecciones. Nos fuerza a crear nuevos hábitos y conductas: a redefinir el rol de las empresas para pasar del individualismo a la colaboración. Del consumismo al humanismo. ¡Vaya forma de aprender!

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones