“Todas las mujeres tienen la mala costumbre de traer un millón de tarjetas de crédito en una carterita, no las traigan, traigan la que van a usar o traigan las tarjetas de crédito clavadas en otro lado y el dinero en otro…”, fue la alternativa que ofreció la semana pasada Gustavo Dueñas vicepresidente del Consejo Regional de la Industria Restaurantera y Gastronómica ante las activas bandas de asaltantes en el Área Metropolitana de Guadalajara.Es decir, que nosotras las mujeres debemos modificar nuestros hábitos ante la amenaza latente a la que cualquier habitante de la ciudad está expuesto: la inseguridad. Y no solo eso, para el empresario mencionado, la mejor forma de portar dinero en la cartera o bolsa, es introducirlo o incrustarlo en otro lado. ¿En dónde pensará este señor que será el mejor lugar de la mujer para que ocurra eso?Algunos pensarán que estoy exagerando. No, se trata del lenguaje que se emplea y que revela primero, estereotipos arraigados sobre la mujer y segundo, una agresión verbal.El hecho violento en el que perdió la vida una joven afuera de Casa Jalisco el pasado jueves generó, hasta ahora, un nivel máximo de reacciones en varios sentidos, el principal relacionado con la responsabilidad de lo ocurrido. Nuestra parte, la de la sociedad y como formadores de nuevas generaciones, ¿qué estamos haciendo para evitar y contener las pequeñas dosis de violencia que se infiltran en nuestras vidas y que algún día pueden provocar una desgracia así como la que ocurrió?No es ninguna desproporción, lo sostengo. El ambiente que nos rodea en casa, en centros de trabajo, en las calles, está inmerso en mensajes y acciones violentos que se normalizaron en el día a día, construyéndose discretamente a través de canciones, series de televisión y declaraciones desafortunadas como la referida al inicio, que contribuyen a complicar aún más los desafíos estructurales de las mujeres que no acabamos de tener igualdad y justicia, en equilibrio.Las medidas a emprender se deben concentrar en acciones preventivas que respeten los derechos de las mujeres e inmovilizar cualquier sugerencia encaminada a la violencia, verbal o física, acoso o agresión sexual, en cualquier lugar. Alejar a nuestros hijos de toda forma violenta que amenace el respeto por igual hacia mujeres y hombres, cambiar las prácticas violentas de socializar. Tenemos que reaprender hábitos, con la consciencia necesaria para revertir lo que hoy nuevamente nos enoja y altera, mientras sigue ahí la amenaza de que 70 mujeresque han perdido la vida víctimas de feminicidio en lo que va del año en Jalisco no sean suficientes.No es nuestra responsabilidad que nos asesinen, desaparezcan, nos violenten. Ni tampoco que nos asalten por llevar dinero o tarjetas de crédito en la bolsa, como si estuviéramos esperándolo. No es nuestra responsabilidad, mucho menos, por ser mujeres.
