Martes, 23 de Abril 2024

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Moralidad versus frivolidad

Por: José Luis Cuellar de Dios

Moralidad versus frivolidad

Moralidad versus frivolidad

Curiosamente, con tres días de diferencia los mexicanos quedamos enterados de dos casos absolutamente opuestos y contrastantes protagonizados por dos personajes drásticamente opuestos, tanto que literalmente habitan en diferentes mundos. Me referiré en primerísimo lugar al premio “Here for Good” con el que ha sido distinguida la joven Doctora, tapatía por cierto, Carolina Zuehill Candelario Rosales. El premio lo otorga la institución Lábrate Internacional Universities con sede en Miami Florida que cuenta con una red de Instituciones Académicas privadas de educación superior en diferentes países.

El reconocimiento se otorgó tomando en consideración los trabajos que ha realizado Carolina en coordinación con la asociación por ella formada de nombre Guimedic A. C. a favor de más de 55 mil indígenas que habitan en cinco estados de la Republica en el rubro de la salud, tanto preventiva como curativa, apoyada por una red de voluntarios y de 200 médicos quienes trabajan directamente con los pacientes en sus lugares de origen. 

La admirable labor de esta luminosa mujer en beneficio de personas vulnerables que viven una cruda realidad lastimosa e inmisericorde cuenta con un fundamento de integridad moral que concede a los beneficiarios uno de los más preciados dones para el ser humano: La Esperanza. Ejemplo de auténtica solidaridad convertida en religión, la religión de la caridad al prójimo, además lo hace sin poses ni protagonismos, solo con una apacible lucidez. La admirable labor de esta ejemplar persona sana seres humanos y tonifica el alma, nació de una inspiración que hizo pensar a Carolina que se tiene que pensar en los desposeídos. A este gran ser humano habrá que invocarle un “laus deo” para siempre.

En contrapartida y en absoluto contraste con Guimedic, el lunes pasado circulo en redes  incluyendo fotografías, el caso del senador Emilio Gamboa Patrón, sempiterno político que el domingo hacia uso personal de un helicóptero del Estado Mayor para llegar puntual a su salida del “tee” del hoyo uno en alguno de los lujosos campos de golf de la ciudad de México o de sus alrededores. El senador había asistido previamente al campo Marte para ser testigo de las prácticas del equipo femenil de tiro con arco, práctica que por cierto tuvo que suspenderse en tanto aterrizaba el citado helicóptero. El asunto va mas allá de uno de los tantos abusos que cometen altos funcionarios públicos ya que cualquier argumento al que aluda el senador Gamboa será endeble y contradictorio, estamos hablando de excesos que afectan y ofenden a cada mexicano; la comodidad de una sola persona por encima de la moral social, costumbres frecuentes que son actos de prepotencia de quien tiene por tarea servir y no ser servido, en pocas palabras, anteponer el poder sobre la mas elemental moralidad. Lo mismo que el senador Gamboa, existen, incrustados en la alta clase política cualquier cantidad de funcionarios que hacen honor a lo que afirma el gran poeta T. S. Elliot: “anda, anda, anda, dijo el pájaro: la raza humana/ no soporta demasiada realidad”. Los carros de lujo y blindados, los “guarda espaldas” extendidos a la familia, los paseos en yates de lujos de quienes han sido beneficiados con jugosos contratos, los ostentosos regalos, “en fin, en fin, la raza humana es demasiado fijada”. Son estas abusivas culturas aquellas que han generado la franca y abierta indignación de la sociedad, sobre todo los más ofendidos son los millones de mexicanos que no esperan sismos para convertirse en damnificados sino aquellos que nunca le podrán llamar vida a su vida.

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