Viernes, 19 de Abril 2024

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Marchas contra AMLO y su utilidad

Por: Jorge O. Navarro

Marchas contra AMLO y su utilidad

Marchas contra AMLO y su utilidad

Pasado un día, vale la pena regresar sobre las marchas que se organizaron el domingo 5 de mayo para protestar contra el Gobierno que está haciendo el Presidente Andrés Manuel López Obrador, pues las primeras lecturas fueron precipitadas y la presencia de personajes que se han vuelto indeseables para un sector mayoritario de la población, como el ex presidente Vicente Fox Quesada, le restaron peso a los miles de mexicanos que sin necesidad de una convocatoria partidista, sí acudieron a manifestar su desacuerdo y enojo.

De entrada, las cifras: 15 mil en la Ciudad de México, tres mil en Guadalajara. ¿Son pocas? Enfocan mal las cosas quienes, como el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, consideran que la cifra define. “¡Fueron TODOS!”, escribió el funcionario en su cuenta de Twitter, para destacar que la cantidad es pequeña en comparación con el apoyo mayoritario que tiene el Presidente. No es el punto, de entrada, y es mensaje negativo que uno de los miembros del gabinete participe en el juego de la desacreditación.

Querríamos verlo en acción en otras tareas. Y no me refiero a las obras del futuro Aeropuerto Felipe Ángeles (el de Santa Lucía), sino en cuestiones concretas y cercanas para los jaliscienses, como los trabajos de la inconclusa Línea 3 del Tren Ligero y las investigaciones para revelar, denunciar y castigar a los responsables del retraso y el evidente desfalco de la obra que fue considerada la más importante (ahora un evidente fracaso), del sexenio anterior.

Y de vuelta a la manifestación: desde la perspectiva de este autor, exigir la renuncia del Presidente López Obrador es, primero, la manifestación extrema de molestia de quienes esperaban resultados inmediatos o de plano, no lo querían desde antes de comenzar el ejercicio presidencial que obtuvo legítimamente, por la vía democrática.

Pero además, es también un despropósito.

Se ha convertido en moda sexenal jugar con la posibilidad de que el Presidente en turno no soporta la presión o ha cometido tantos errores en su desempeño, que es inminente su renuncia. Eso se puede rastrear, Presidente tras Presidente, desde la administración de Ernesto Zedillo Ponce de León. Pero por fortuna para el país no sucedió. Quienes lo anhelan no calculan el daño que eso generaría.

Sin embargo, sí es necesario valorar la manifestación en contra. No importa si fueron unos pocos miles en comparación con los 30 millones de votos que obtuvo López Obrador el candidato.

Cuando menos, en su conferencia mañanera, el Presidente tuvo el tino de no desacreditar a los manifestantes. No los llamó “fifís” ni conservadores, con ese sentido de íntimo desprecio con que se refiere a esa línea de pensamiento. Sencillamente aceptó la movilización como un ejercicio democrático. Buen indicativo.

¿Acontecerán cambios, removerá a miembros del gabinete o anunciará nuevas líneas de acción? Con toda seguridad, no. Pero al Presidente se le agota el tiempo de “el beneficio de la duda”. Las exigencias de resultados serán coros y no voces aisladas.

La utilidad de la manifestación es, primero, mantener vigente el derecho democrático de la libre expresión, no importa que no se pertenezca a movimientos partidistas o sindicales. Y después, es el recuerdo permanente para el Presidente: todas sus decisiones son discutibles.

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