Una parte de los mexicanos no ha comprendido las razones y necesidades que impulsan a cientos de miles de centroamericanos a dejar sus países para buscarse una vida digna en otras naciones, especialmente en Estados Unidos. A pesar del riesgo que corren, a pesar de que buena parte de quienes viajan en la caravana migratoria son familias y por tanto hay muchos niños, este éxodo masivo ha encontrado odio, críticas y desprecio entre algunos mexicanos.Son críticas y ofensas despreciables. Pero además son ignorantes. Han dado por ciertas algunas informaciones sobre el comportamiento de la caravana. Un ejemplo es lo que ocurrió en el auditorio Benito Juárez abierto como albergue por el Gobierno estatal y cerrado alegando una supuesta violación a los reglamentos de estancia. En efecto, algunos migrantes salieron del auditorio, otros tomaron licor, fumaron mariguana o tuvieron sexo, algo común en cualquier localidad, pero prohibido en el auditorio. En total el Gobierno de Jalisco estima que pasaron 6,100 migrantes por el albergue y de ellos apenas 100 migrantes infringieron el reglamento, según admitió Mariana Márquez, del Instituto Jalisciense para Migrantes. Según sus cifras, sólo 1.6 por ciento de los migrantes no acataron el reglamento, pero 98.4 por ciento sí lo hizo.Como este ejemplo, muchos más se han reproducido al paso de la caravana: que si no les gustan los frijoles fritos, que tiran ropa que no les agrada, que si piden tenis de marca. La mayoría han sido noticias falsas. A partir de ello, varios mexicanos han generalizado y despreciado a los migrantes mostrando con ello su racismo y xenofobia, emulando a Donald Trump.Estas expresiones no sólo muestran su falta de empatía ante el dolor de miles de centroamericanos que tienen necesidad de salir de sus países. Los xenófobos y racistas, además, desconocen las razones que los empujan a salir de Centroamérica. Médicos Sin Fronteras estima que cada año al menos 450 mil centroamericanos se ven obligados a salir de sus tierras debido a la pobreza y violencia que han desencadenado una crisis humanitaria transfronteriza.Bartolo Fuentes, periodista y activista hondureño, acusado de incentivar la caravana que salió de San Pedro Sula el pasado 13 de octubre, explicó las razones del éxodo en Honduras: un ambiente político represivo contra opositores, manifestantes y defensores del territorio desatado tras el golpe de Estado de junio 2009 y con los fraudes electorales de 2014 y 2017 Además razones sociales y económicas. Un ejemplo: en la última década las tarifas eléctricas aumentaron 700 por ciento; junto con el de México, el de Honduras es uno de los salarios mínimos más bajos de América Latina. Y al mismo tiempo se han generalizado las extorsiones (cobro de piso se dice en México) por parte de Maras y otros grupos de la delincuencia organizada que prácticamente han hecho imposible la vida para millones de centroamericanos.Pero por fortuna, junto a las despreciables expresiones racistas y xenófobas, otra parte de la sociedad se muestra empática y solidaria con estos hermanos que ahora viven esta delicada situación de éxodo.Muchos mexicanos hemos entendido que se puede ser solidario con los damnificados de Nayarit, y con los migrantes hondureños; que se debe ser solidario con los pobres de México, y al mismo tiempo con los pobres de Centroamérica. El desprecio y el racismo no mejoran el mundo, lo empeoran. La solidaridad sí puede hacer un mundo mejor.