Jueves, 25 de Abril 2024

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"Las Abuelas"

Por: Carlos Enrigue

"Las Abuelas"

Los recuerdos deben procesarse tomando en cuenta el tiempo en que sucedieron; hacerlo de otra manera es hacerlos ver absurdos. Imagine usted cómo vestirían en la antigüedad, dudo mucho que lo hayan hecho como aparecen en las películas.

Mi bisabuela Marianita, a quien conocí de niño, era un personaje singular, quedo viuda siendo muy joven y como se usaba para entonces guardó luto el resto de su larga vida. Ahora se vería como una figura casi fantasmal y no crea que era mansita, como ya he dicho, quedó viuda muy joven, en una época en que las mujeres no tenían derechos -cosas de los tiempos- y muchas personas se preguntaban ¿qué haría? Hasta que yo creo que la enfadaron y a la enésima vez que le preguntaron, respondió: “lo puritito  que me de mi gana” y ya no le preguntaron. Ahora mismo pensar en un luto tan largo sería impensable, vamos, no creo que se use el luto.

Cuando yo muera -que espero tarde mucho en llegar- desde luego que van a hacer de mis restos lo que les dé su regalada gana y harán bien; sin embargo a mí me gusta la idea de lutos y plañideras pero francamente lo dudo. Mis dudas entre enterrarme o cremarme, aun no decido, pues me gusta la idea de la cremación pero se me hace una posición egoísta con los gusanos, que deben tener agruras pensando en la cantidad de grasa que se merendarán.

Mi abuela Elena en cambio era muy seria, firme como Coronel de húsares, no se le podía discutir, era tan seria que yo recuerdo que mi papá que por entonces tendría como cincuenta años y estaba feliz porque le había dado un beso a su madre, eso pinta la relación, explicable solo para una madre de cuatro hijos varones y de una forma de ser. Conmigo era cariñosa, como era ella, no era melosa para nada, pero siempre de una pieza, de frente, pero yo creo que en su relación con mi abuelo Carlos era más que evidente quién mandaba y quién obedecía.

Mi otra abuela, mi abuelita Paz, era lo opuesto, era un dulce, ella si, sometida, como era común, a la amable pero firme, de mi abuelo José -uno de los mejores conversadores que he conocido- exagerando hazañas o vivencias, según se crea o no lo que él contaba. Mi abuelita acostumbraba rezar -entre fumada y fumada- todas las noches en una terraza y lo hacía no pidiendo al Señor sino exigiéndole sus rogativas de las que todos éramos beneficiarios todos; muchas veces gente que pasaba por la calle, pensando que se dirigía a ellos y no al Creador.

A los que  somos actualmente abuelos nos veo muy trespeleques, habrá de todo, pero yo creo que cuando me veo como tal, pues debo de ser un abuelo muy aburrido -mejor ni pregunto- en cambio, tomando en cuenta que las mujeres son más inteligentes que los varones, observo que hay muchas abuelas amorosas y alegres.

@enrigue_zuloaga

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