Cómo olvidar cuando en el Gobierno de Enrique Alfaro se decía que una parte de culpa de las inundaciones se debía a la negligencia de la ciudadanía. “Esa basura no la tira el Gobierno”, decía el ex gobernador, tras referirse a la tragedia provocada por las inundaciones de las colonias Miramar y Arenales Tapatíos, vivida en julio del año 2021. Quizá tenía cierto grado de razón con respecto a la cultura cívica y la educación medioambiental que tenemos como ciudadanía en cuanto al manejo de la basura y los residuos. Nos falta mucho por avanzar. Pero el tiempo fue dejando claro que, más allá de la basura, las inundaciones en el Área Metropolitana de Guadalajara son un complejo de realidades que se interconectan y que carecen de prevención y acción integral. Hoy por hoy, la única estrategia de prevención es informar sobre las zonas y puntos de inundación más recurrentes y que la ciudadanía debe evitar en caso de una tormenta.Cada año, las lluvias cobran vidas de personas y eso no debería ocurrir. Al margen de lo poco preparados que cada año estamos con respecto al temporal de lluvias en nuestro Estado, en cada temporal aparecen los llamados socavones. Un socavón es un “hundimiento o colapso de un territorio que se produce por la erosión de materiales subterráneos”; en este caso, tuberías, alcantarillas y colectores en mal estado, antiguos o inservibles. Cosa que evidencia que carecemos de un sistema de monitoreo que nos permita evaluar el estado de todo aquello que está debajo de nuestros pies o de las llantas de nuestros autos, y que es el piso.En Jalisco, hay de socavones a socavones. Existen los socavones simples y los mega socavones; eso depende del diámetro y de su profundidad, pero nunca de la negligencia de las autoridades. A lo largo de las últimas décadas, en Guadalajara hemos presenciado múltiples historias de socavones de distintas dimensiones en torno a los cuales no existen explicaciones claras y transparentes capaces de rendir cuentas ante la ciudadanía. No sabemos si esos socavones se abrieron por falta de mantenimiento de las redes subterráneas por parte del SIAPA, o si se debieron a la corrupción en diferentes obras de movilidad o intervención en parques y cauces de arroyos que ejercen los gobiernos estatal y municipales.En Jalisco, hacemos a los mega socavones famosos y espectaculares. El de la avenida López Mateos del año pasado fue objeto de múltiples videos aéreos y publicitarios por parte del Gobierno del Estado. El socavón cercano al Parque Solidaridad de la semana pasada fue objetivo de videos y TikToks de diferentes actores políticos de todos los poderes y niveles de Gobierno. Jugaron a la política del socavón, desde donde la tragedia debía de mercantilizarse políticamente hablando. Y no me malinterprete, pero siempre se hacen más famosos los socavones que los actores políticos que se fotografían en ellos, quizá porque su presencia no hace la diferencia para modificar las condiciones de vida de la sociedad.La política del socavón se fundamenta en la espectacularidad de la negligencia política y, más que brindar soluciones, evidencia la debilidad de una acción de Gobierno correctiva y restauradora. Pero quizá no es que asistamos a la política del socavón, sino al socavón de la política misma. En Jalisco no hay nadie que se atreva a intervenir en las profundidades del piso que pisamos y por el que transitamos. Invertir en lo que está debajo de nuestros pasos no es rentable porque no es grandioso o monumental, no forma parte de lo que la espectacularidad considera “un legado”. La inversión pública sobre lo subterráneo es parte de lo que consideran inútil y una tragedia de impopularidad.Culpar solo al SIAPA de su falta de atención y mantenimiento a las redes hidráulicas resultaría simplista. Detrás de ello también está la falta de planeación integral de la ciudad, la corrupción en las obras públicas, las decisiones de los políticos que nos gobiernan. La política nunca invierte en el subsuelo, pero es necesario que comprendan que, si lo que pisamos no es seguro, nos quitan la certeza y la seguridad de nuestra propia existencia. Deberían dejar de hacer política de socavón en todas sus dimensiones, porque seguir haciéndolo es socavonear sus propias trayectorias y las de la ciudad. Quizá en Jalisco, el socavón tienda a convertirse en verbo.ierika.loyo@udg.mx