Lunes, 29 de Abril 2024

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La pandemia suma poder y limita libertades

Por: Luis Ernesto Salomón

La pandemia suma poder y limita libertades

La pandemia suma poder y limita libertades

En enero causaba estupor mirar las medidas de confinamiento tomadas en las provincias chinas. Nadie suponía que en las naciones democráticas de Europa se repetirían sólo dos meses después. En cuestión de días los líderes del mundo fueron despojados del control de las agendas políticas y de comunicación. Muchos tuvieron que comerse sus propias palabras al tratar con desprecio el tema.

En cuestión de días los proyectos para declarar el estado de emergencia, de excepción, o los decretos para dar facultades extraordinarias a los presidentes o primeros ministros se fueron acumulando en Italia, España, Francia, Alemania, Suecia, Estados Unidos y hasta el mismo Reino Unido tan reticente a cualquier reducción de libertades. Se han ido sumando facultades para restringir movimientos, controlar los sistemas sanitarios o intervenir en las industrias estratégicas. Luego han llegado los decretos para disponer de recursos emergentes para hacer frente a la emergencia y las facultades para irrumpir con acciones económicas de apoyo a la población. Ahora mismo entre Estados Unidos y Europa se han entregado a los ejecutivos de los países más de dos millones de millones de dólares para instrumentar medidas emergentes en los próximos meses.

En síntesis, la lucha contra la pandemia ha provocado una reducción temporal de las libertades de sus habitantes y una concentración de poder real en los ejecutivos sin precedentes en tiempos de paz en el mundo, y especialmente en las naciones democráticas.

Ni en sus peores pesadillas presidentes como Pedro Sánchez en España, Emmanuel Macron en Francia, o primeros ministros como Giuseppe Conte en Italia imaginaron tener tanto dolor y tanto poder al mismo tiempo.

En estos momentos es difícil predecir cuándo y cómo habrá que volver a una “normalidad” que sólo vivirá en el pasado. El proceso provocará daños económicos tan severos que todas las naciones se preparan para tomar medidas para aliviar los estragos que ya provoca la ralentización profunda de la economía.

Desde ahora se ven caminos distintos, desde las ayudas directas a los ciudadanos para pagar servicios, deudas y cubrir salarios en Europa, hasta el apoyo masivo a las grandes compañías que se disponen a aprobar en Estados Unidos.

Las decisiones urgentes pueden ser erráticas y provocar aún más daños, por lo que muchos les gustaría esperar, pero tanto poder concentrado temporalmente exige tomar decisiones rápidas y profundas, no hay tiempo para meditarlo mucho. Así Trump moviliza al Ejército para apoyar labores médicas, controla la logística de medicinas y cierra parcialmente sus fronteras, Merkel habla con dura franqueza a su pueblo a quién pide sacrificios mientras en América Latina avanzamos lentamente hacia el vértigo de un torbellino inexorable.

En México estamos en la primera etapa del proceso de contagio del COVID-19 y nos espera el periodo en donde habrá que tomar medidas emergentes y duras para proteger a la población y aliviar dolores que sólo presentimos. Será una prueba para las instituciones públicas que resentirán los efectos de la estrechez económica y la demanda de la población. En ese proceso es fundamental el respeto al derecho a saber la realidad y la puntualidad de la información técnica.

Así como en enero pasado nadie imaginaba que el confinamiento de Hubei se repetiría en Lombardía, en Madrid o en Paris, ahora no podemos eludir la realidad que nos impone actuar responsablemente y prepararnos para acciones como las que se aplican en lugares más cercanos como Nueva York o California. Y al mismo tiempo asumir que habrá muchos contratos que no se cumplan, muchos planes de negocios truncados y personas presionadas por sus compromisos, ante lo que habrá que tomar medidas para aliviar los impactos no sólo sanitarios sino económicos.

Y luego, encaminar el regreso a una normalidad imaginaria, que no será la anterior sino que habrá que construirla. En ella habrá que defender las libertades que ahora mismo sólo se asoman, contenidas, en la ventanas de Paris, Milán, Madrid, hasta Nueva York y San Francisco y que los mexicanos nos resistimos a recluir temporalmente.
 

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