Jueves, 25 de Abril 2024

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La liturgia del tapado

Por: Diego Petersen

La liturgia del tapado

La liturgia del tapado

La liturgia del tapado ha vuelto con todo esplendor. Eso que creímos era cosa del pasado, que era algo que había quedado enterrado con la llegada de la democracia, que supusimos, malamente, que era un rito del sistema autoritario del viejo PRI, ha vuelto con todo su esplendor y todo su significado. 

Toda proporción guardada, el renacimiento de la liturgia del tapado equivale al retorno de las misas en latín en la iglesia católica. No se trata solo de si las viejas costumbres eran mejores que las nuevas, sino de lo que significan los ritos. Mi tío N me decía que él prefería la iglesia de antes del Concilio porque las reglas eran más claras y lo único que tenía que hacer para ser un buen católico era obedecer. La iglesia del post Concilio le permitía tomar ciertas decisiones, le obligaba a discernir y al final de todas maneras los curas tenían la última palabra y solo lo regañaban por no haber tomado las decisiones correctas.

El PRI regresó a la cultura del “tapadismo” sin que nadie cuestionara siquiera la pertinencia o exigiera formas democráticas para la selección del candidato. Bastó una declaración del presidente del partido, Enrique Ochoa Reza, sobre la importancia de la opinión del Presidente de la República en la selección del candidato del PRI, para que todos, en automático, entendiéramos (y hablo en plural) que la liturgia del tapado estaba en marcha. Bastó una frase en latín para olvidar todo el Concilio.

La liturgia está en marcha y el momento culmen, el de la transmisión del poder por la imposición del dedo, a punto de darse

La liturgia está en marcha y el momento culmen, el de la transmisión del poder por la imposición del dedo, a punto de darse. El mito, la creencia representada, es que el tapado es el ungido, que quien el Presidente toca con su dedo poderoso, será el sucesor. Todos los participantes, sin chistar, recordaron fascinados su papel en la ceremonia y comenzaron a practicar los rituales que representan el mito: las porras, la cargada, las señales. Cuando, unas líneas arriba, decía que hablaba en plural es justamente porque los primeros y más entusiastas participantes en la ritualización del “tapadismo” han sido los medios de comunicación que de inmediato recordaron que su papel es el de ser el coro de las voces sacerdotales; repetir, en diferentes tonos y voces, las palabras sagradas, pero sobre todo crear el ambiente dentro de la catedral del poder para que eso que, como todo rito religioso, visto desde fuera parece una práctica absurda, allane el camino de la fe y la credibilidad.

La fascinación de los medios por el ritual del “tapadismo” es una clara muestra de la regresión democrática. En muchos casos se trata quizá solo de un instinto de sobrevivencia. Otros, como le sucedía a mi Tío N, lo que tienen es solo nostalgia por la obediencia.

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