Jueves, 25 de Abril 2024

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La indispensable armonía de la ciudad

Por: Juan Palomar

La indispensable armonía de la ciudad

La indispensable armonía de la ciudad

La buena marcha de una ciudad se traduce de mil maneras. Muchas veces no son tan evidentes, pero resultan esenciales para el bienestar colectivo. A pesar de todo, en Guadalajara, la mayoría de los servicios públicos funcionan y proporcionan así una base de operación urbana razonable que permite el desarrollo de las actividades cotidianas de la población. Esto genera una plataforma general sobre la que puede transcurrir satisfactoriamente la vida comunitaria. Una armonía, un acuerdo de componentes básicos.

En otro nivel, igualmente importante, se encuentra la fisonomía general de la urbe, la cara que ésta presenta a sus habitantes. Cuando existe una correspondencia entre lo que la gente espera de su ciudad y la realidad física que está ante sus ojos se genera una armonía general que produce una identificación casi automática con el medio construido que redunda en un involucramiento positivo en la marcha de los asuntos citadinos. Una ciudad inarmónica produce también automáticamente una alienación respecto a ella, un alejamiento y una indiferencia para los ámbitos comunes.

Cada habitante contribuye, o impide, la construcción de la armonía urbana. Y esta armonía parte de situaciones y actos muy básicos. Contribuir a la limpieza de las vías públicas, respetar los elementos de los espacios comunes, aportar pequeños esfuerzos en favor de la dignidad de la ciudad.

Es en la construcción y conservación de las fincas urbanas en donde reside un buen porcentaje de la deseable armonía general de nuestra ciudad. Gran parte de ella está consolidada desde hace décadas y en muchos casos sus construcciones presentan los naturales desgastes del tiempo. Si bien un porcentaje de los propietarios de las fincas está al pendiente de su buen estado, un amplio número de ellas dista de guardar buenas condiciones respecto a la fisonomía general de los entornos. Con relativamente poco esfuerzo sería factible transformar, mejorar radicalmente su apariencia, y con ello, el efecto que sobre la población producen todos sus ámbitos.

Se ha hablado de los más que benéficos resultados de una operación que se podría llamar “agua y jabón”. Ésta es particularmente deseable en algunos barrios y colonias tradicionales que, al poseer de base una arquitectura relevante, exigen solamente de cuidados menores para recuperar su magnífica presencia y refrendar su papel como elementos que aportan identidad y orgullo a la ciudad.

Muy sabido es también el papel del arbolado urbano como elemento de armonía citadina. Baste comparar una calle provista de una buena forestación con otras en que el arbolado, por incuria o dejadez, no existe. La armonía urbana no es un adorno prescindible. Se encuentra en el corazón de una ciudad deseable.

jpalomar@informador.com.mx

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