Ante emergencias como la presente, ocasionada por la pandemia del COVID-19, una organización tan compleja como la ciudad resiente con amplitud los efectos derivados de ella. Las medidas anunciadas por la autoridad deben ser cuidadosamente observadas en beneficio de cada habitante y al mismo tiempo en beneficio de toda la comunidad.En las calles, si bien al inicio de la emergencia se observaban las consecuencias del encierro voluntario, con el paso de los días, y con la acentuación de las presiones económicas ese encierro se ha disminuido y la animación en la vía pública se incrementó gradualmente.Habría que distinguir, sin embargo, el tránsito y las actividades en las calles de quienes no tienen otro remedio, del de aquellos que, con ciertas premuras, pueden mantenerse en una relativa reclusión.Es en estas horas, las de la urgencia sanitaria, cuando la solidaridad de la población se hace presente. Y esto, se insiste, en dos sentidos: el cuidado de la propia salud y el de la salud comunitaria que es el resultado de miles de acciones y de precauciones individuales. No se debería escatimar el esfuerzo en estos renglones.La pandemia habrá de cambiar sin duda algunas de las concepciones de las ciudades. Es evidente que medidas como la distancia social demandan una mayor amplitud de los espacios libres en las distintas unidades urbanas. Desde hace décadas se viene insistiendo en la necesidad de contar con mayores áreas libres, mayor presencia vegetal, mayor aeración y mejor asoleamiento.Gradualmente, no solamente las medidas de emergencia habrán de reorganizar el tejido urbano, sino también y parejamente la demanda por el bien común que se deriva de contar con demarcaciones mejor estructuradas en las que los espacios verdes y abiertos, junto con otros usos, formen medios urbanos más propicios a la salud y el orden.En los ámbitos domésticos y sus entornos inmediatos habrá que avanzar en una prudente y sostenible vegetación. Esto repercutirá en la mejoría ambiental de cada finca, y la suma de estas acciones generará barrios, distritos y ciudades con una mucho mayor resiliencia frente a las amenazas como la que ahora, como comunidad, enfrentamos.Sin duda la emergencia sanitaria hace ahora evidente lo que como ciudad debemos cuidar y procurar. Masas arboladas en donde sea pertinente, vegetación en predios particulares de acuerdo a las características específicas, y medidas oficiales que generen una ciudad con mayores y mejores áreas verdes, más sostenible y con mayor resiliencia frente a los efectos de la actual pandemia y en general ante los impactos negativos que toda ciudad enfrenta.jpalomar@informador.com.mx
