La buena compañía (ERA, 2017) es el título del libro más reciente de Bárbara Jacobs que presentó en la FIL. Ahora leemos con gusto, encantados de las sorpresas que nos ofrece, que nos hace esbozar una sonrisa como si fuéramos sus cómplices, tal como lo hicimos durante la presentación en donde estaba Bárbara, Alberto Ruy Sánchez y Marcelo Uribe, el editor.El propósito es claro: “entresacar de su biblioteca aquellos libros que le han dado, además del gozo, una idea iluminadora de lo que ha sido la literatura más formativa de su hemisferio” y convertirlos en “una guía de lecturas, un tesoro de ingenio, una invitación generosa a la amistad de las palabras”, como propuso Ruy Sánchez y con eso, me vino este fragmento de la Elegía de Rilke: “¿Acaso estamos aquí para decir tan solo: casa, puente, fuente, puerta, jarro, olivo, balcón –o, a lo sumo, pilar, torre … ?”Hay que imaginar la calidad y cantidad de libros que tiene Bárbara en su biblioteca que puedo imaginar que la empezó a formar antes de terminar sus estudios de Psicología en la UNAM y que luego la combinó con la de Tito Monterroso (1921-2003), su compañero y hombre de letras hecho y derecho, para que ahora tenga el mismo calibre que la de José Luis Martínez o la de Alí Chumacero, abiertas al público en la Ciudad de los Libros de la Ciudadela.Bárbara selecciona los libros que le han dado ‘una idea iluminadora’ y los ordena por género literario desde “los más tradicionales a los más recientes en la historia de la literatura” aportando nuevas categorías.Dedica su libro a más de treinta tipos de ‘lectores comunes’ –y vuelvo a sonreír– como sería la “antropóloga (asimismo lexicógrafa) o ese excepcional hombre de negocios (radicado en Miami); un chef, (su filipina y su gorra, enmarcadas, adornan el bar de tapas de Olé-Olé, en Cabo San Lucas)”… para terminar con esa “librera (mamá de unas trillizas argentinas)… y, por último, a todos los que, como ellos, busquen y sepan apreciar la buena compañía de la lectura” –y los últimos serán los primeros.Bárbara es una escritora de oficio, culta, aventurera de las letras, traductora, sensible, ingeniosa y refinada con sentido del humor, que trae a colación ciento cuarenta y cuatro preferencias poéticas, obras teatro, poemas en prosa, cuentos largos y novelas cortas o esas del género ‘diario íntimo’ o de la ‘estimación literaria’ o los libros de los escritores ensayistas, críticos o cronistas, etc., y así vamos tomando nota de algunos de esos libros (Adenda 1 en mi caso) o esos autores que no hemos leído pero que bien espulgados por Bárbara, se nos antoja hacerlo, “porque en esto consiste la lectura, en quedarse con algo que se hace expresar de un modo u otro”.Por ejemplo, la novela La Plaza del Diamante de Mercè Rodoreda, catalana de la que no teníamos noticia alguna. Bárbara nos advierte:“Si visitaste la Plaza Diamante en el barrio de Gracia en Barcelona antes de leer a Mercè Rodoreda quizá permaneciste indiferente; pero si pretendieras recorrerla después de haber leído a esta escritora catalana tu conmoción sería tan grande que huirías del lugar y no desearías ni soñarlo… y si de casualidad me encontrara una vez más en su centro, cerraría los ojos y a ciegas buscaría una salida; procuraría atenuar el impacto que habría grabado en mi conciencia y rogaría al Todopoderoso: “Aparta de mí tu cáliz”.Esta novela “es la vida de una mente y un corazón dispuestos a desenlazarse del pasado, valientes al aceptar que el presente es la única realidad” y al final, Bárbara nos dice que Mercè es alguien que buscaba seguir y eso la hace feliz y nosotros la entendemos, pues justo en eso consiste la lectura, “en quedarse con algo que se expresa de una u otra manera”.Gracias Bárbara.