Viernes, 26 de Abril 2024

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La Malinche

Por: Maya Navarro de Lemus

La Malinche

La Malinche

Blanca Martínez Cano

Tal parece que no pasó aquello: Que nada es nuevo y que los muertos no se fueron. Tal parece que la vida sigue como si fuera posible seguir. Solamente aquí se puede hacer como si no hubiera pasado nada. El tianquiztli asemeja un grandioso hormiguero multicolor, donde todos se mueven acompasadamente.

Tomates brillando junto a los ásperos, aguacates, guajolotes que parecen el reflejo de los rebozos gris con blanco, plumas de colores indescriptibles compitiendo con los de las flores, canastas de todas formas y tamaños…

Los aromas y los regateos llenan el ambiente con cierto dejo de olvido que les permite a todos ellos seguir con aquel ritmo habitual, aunque, ese día, los codazos y el disimulo ante la presencia de alguien tan importante, marcaban una diferencia.

Doña Marina, inconfundible entre tanta gente, se desplaza discretamente, dando instrucciones de las compras a su sirvienta, sin embargo, otea con cierta ansiedad el laberíntico mercado. Su vestido y su tocado la distinguen, aunque su angustia le impide percatarse de la deferencia que le tienen los que la rodean.

Hojas de aguacate y yerbabuena para las diarreas… “Imagínate al pobrecito, tantos días sin agua buena”. La mocita toma solícita el primer manojo de hierbas. Estropajo de coco para el empacho… “Sólo Dios sabe que le vayan a dar de comer cuando llegue allá”. También lo pone en la canasta.

Avanzan entre los olores de los puestos cuando súbitamente se paralizan al advertir la cercanía del niño. Ya tiene seis años. La primera vez que los separaron tenía apenas dos añitos y fue una bendición que Don Juan se encargara de él, mientras ella acompañaba a Cortés hasta las Hibueras.

Claro que debió sospecharlo. Claro que debió haber sabido que, así como no respetó el acuerdo con el Señor Cuauhtémoc, tampoco iba a cumplir su palabra de regresárselo. Sacude la cabeza y se repone.

Hojitas de tstzicastli por si lo muerde una víbora… “ ¿Habrá víboras donde Carlosprimero?”. Se pregunta sin dejar de verlo. Tomaquelite para baños por si le dan calenturas… Mirto y sauce para el susto.

Acepta el ramito y lo huele, es exactamente lo que ella utilizó cuando tuvo que regresarse el alma al cuerpo después de la noticia de la horrible muerte de la Sra. Catalina en las habitaciones de Cortés. Se estremece al recordar de lo que ese hombre es capaz de hacer.

“Nopilte, nocozque, noquetzale”. Murmura con los ojos brillantes. “Hijo mío, mi collar, mi pluma preciosa. Ama, agradece, respeta, obedece.

Háblales a bien a todos. No te burles. No mientas jamás. Óyeme, por favor, varoncito mío estás en mis palabras; guárdatelas en lo más intimo de tu corazón, escríbelas allí”.

“Palabras son y sentencias que nos dejaron nuestros mayores, los viejos y viejas que antes vivieron y vieron, admiraron y consideraron las cosas de esta vida humana. Es lo que nos trasmiten los Discursos de los ancianos, tradición y tesoro y reserva de su saber”.

Sigue moviendo los labios con la vista sujeta a la cara del chiquillo, recitando lo que todo azteca le debe revelar a un hijo, mientras, con una seña, ordena a su acompañante que le entregue el fragante obsequio al tutor. Él lo recibe y sin titubear busca a la madre entre tantos colores.

Sus miradas se encuentran y el español, con una sobria inclinación de cabeza, le dice demasiadas cosas. La Malinche acepta lo inevitable y se tranquiliza, aunque sabe muy bien que esa es la última vez que ve a su nopilte: Martín, el mestizo, el hijo del más grande conquistador y de las insigne sobreviviente de Tenochtitlán.

A la Malinche (1496- 1597)

Blanca Martínez Cano, tiene proyectado editar un libro con esta serie de cuentos basados en figuras históricas. Le agradezco por este conducto el favor de permitirme transcribirlas en este espacio, que el título de: “Mujeres que dejan huella”, le queda a la medida. Cuentos con calidad literaria, didácticos en sus personajes, como Juana la Loca, ahora la Malinche y, terminaré el mes de agosto con Virginia Woolf. Blanca se ha destacado por su profesionalismo y cultura al formar un Ateneo de talleres culturales, donde podemos acudir a tomar clases de Historia, Literatura, Religión, Arte, y otras disciplinas.

Con gratitud, Maya.

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