Viernes, 26 de Abril 2024

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Kholodenko, aclamado

Por: Jaime García Elías

Kholodenko, aclamado

Kholodenko, aclamado

Una ovación estentórea del público, subrayada por aclamaciones, se desató en la sala del Teatro Degollado (casi llena) apenas se diluyeron las notas finales del Vivace conclusivo de la Sonata para piano No. 8 de Prokofiev. Lo que no sucedió -no con la misma intensidad, al menos- tras el Finale-Presto, de la Sonata No. 2 en Si bemol menor, Op. 35, de Chopin, en la primera parte del recital a cargo de Vadym Kodolenko, la noche del martes, correspondiente al XXI Festival Cultural de Mayo.

La reacción del público fue sorpresiva. No porque Khodolenko no la mereciera. Su desempeño justificó plenamente la fama de que llegó precedido y los galardones que ha conquistado a lo largo de su carrera, incipiente aún habida cuenta de su juventud (32 años). En los Nocturnos Op. 48, Nos. 1 y 2, de Chopin, con que abrió la velada, el solista aportó el tono, generalmente apacible, nostálgico por momentos, ocasionalmente dramático, que el autor trató de transmitir al escucha. En la Sonata No. 2 Op. 35, también de Chopin, desde el encantador tema inicial hasta el vigoroso Finale-Presto ya señalado, Kholodenko hipnotizó a la audiencia. Sin embargo, en la celebérrima Marcha Fúnebre (tercer movimiento) alcanzó la cima de su interpretación, con un balance perfecto entre la técnica y la emoción.

En la Sonata No. 8 de Prokofiev, considerada como una de las más grandes sonatas moderna para piano, más allá del alarde de memorización que implica, Khodolenko expuso magistralmente pasajes que muchos pianistas han calificado de “imposibles”. De la maestría del solista, pues, no quedó duda. En todo caso, es obvio que entre Prokofiev y Chopin hay un abismo; que si este último es el compositor por antonomasia de música para piano, aquél, a casi un siglo de distancia, aún no consigue sacudirse el estigma que muchos críticos dedicaron a sus creaciones: “feas e irracionales”. De ahí, pues, la sorpresa por el entusiasmo con que la versión de Khodolenko fue recibida.

El solista (que cerrará el Festival hoy, con el Concierto para piano No. 1 de Chopin, acompañado por la Orquesta Filarmónica de Jalisco, en la parte central del programa) correspondió a las gentilezas de la concurrencia con dos encores; uno de tono apacible, otro festivo: aire fresco para llevar en la memoria al salir a la calle después de la velada.

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