Lo primero que me viene a la mente, cuando pienso en las amenazas del presidente Trump, es recetarles a tantos proyanquis entusiastas que padecemos en México, especialmente en el ámbito empresarial, una de las versiones de aquel precepto popular: “ora sí, pollos pelones, ya les van a dar su mais”.El nacionalismo que tanto se exalta durante las fiestas patrias o cuando la selección nacional gana ocasionalmente algún partido importante, debería entenderse más bien como un quehacer cotidiano procurando lo mejor para nuestras familias y nuestros conciudadanos. No se trata de agredir a nadie, pero sí de defender lo propio.Una parte del empresariado local babea frente a los gringos, a pesar de que estos, una y otra vez, nos acomodan soberbias puñaladas traperas. No hay que vivir confrontados con ellos, pero “ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre”.Ahora sí, ante el peligro que está a la vuelta de la esquina, algunos deciden buscar, al cuarto para las doce, un acercamiento económico con Europa. ¡Brillante idea! después de dos docenas de año en que hemos hecho todo lo posible para ponernos al modo del Norte. No le echemos la culpa al PAN, solamente. Antes y después de la “docena trágica” que nos brindó este partido, el PRI, convertido ya en una abyecta organización “contrarrevolucionaria”, inspirado por una globalización que no era más que un abominable neocolonialismo, debilitaron enormemente al país y lo han dejado como un manso corderito lambiscón.A ver cómo le hace la famosa 4T para salvar los escollos económicos que se avecinan, que perjudicarán más que nada a los de siempre. Quizás, en vez de escandalizarnos por los desfiguros gubernamentales y hacer escarnio sistemático de todo lo que el Presidente hace y dice, dando pie a que se ahonde la división cada vez más marcada de nuestra sociedad, valdría la pena que se pensara en quiénes son los culpables de esta situación que dio lugar al reciente “levantamiento en urnas” y contribuir entre todos a revitalizar el barco que el neoliberalismo traidor ha dejado tan maltrecho y débil.En este caso, bien puede asegurarse también aquello de que “no tiene la culpa el indio sino los vende patrias como Videgaray y Peña Nieto que lo hicieron compadre”.Me permito recordar que el PRI aun puede resurgir con base en su estructura y muchos elementos humanos magníficos que contiene, pero izando las banderas que escondieron Ochoa Reza y Doña Claudia para llevarlo al despeñadero. Con objetivos en verdad generales, estaremos en mejores condiciones de hacer frente al temporal y buscar navegar por aguas más seguras, al margen de los desvaríos de un perfecto jijo de la trumpada, orate y traidor a lo bueno que contiene su propio país.
