Martes, 21 de Mayo 2024

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Jenni

Por: Gabriela Aguilar

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¿Qué tanto es tantito? Yo diría que mucho. Si no, que le pregunten a una víctima de abuso y entenderán. Han pasado un par de semanas desde aquel beso que el presidente de la Federación Española de Futbol, Luis Rubiales, le plantara a la futbolista Jenni Hermoso -según él “consensuado”- durante la entrega de medallas tras ganar el Mundial Femenil de Futbol en Australia el pasado 20 de agosto, pero el eco sigue presente.

Las imágenes dieron la vuelta al mundo. En el momento se vio una celebración -nadie reaccionó a ello en tiempo real ni para bien ni para mal-. En el análisis de las imágenes se vio una agresión -todos estuvimos de acuerdo con ello luego de las declaraciones de la futbolista-. El beso es uno y el mismo, pero la diferencia se encuentra en el hecho de permitir o no que una persona cruce la línea y se tome libertades sin el consentimiento de otra. Rubiales no se tomó una libertad semejante con ninguna otra jugadora durante la premiación. 

Lo que se observa en este caso, -que seguramente se puede replicar en todas las instituciones deportivas y no sólo en las ligas femeniles, ya que los hombres también pueden ser víctimas- es el abuso de poder. El hecho de que una figura de autoridad cruce una línea que no le corresponde es abuso y el abuso se castiga.

Con un título en la mano para su país, Rubiales se presentó ante la Federación y categóricamente afirmó que no dejaría su cargo con un contundente y repetido: “No voy a dimitir” en medio de aplausos. Sin embargo, el hecho de que un directivo no quiera renunciar no significa que no pueda ser destituido. ¿Acaso la institución no tiene facultades para hacerlo? Quizá dicha institución está tan acostumbrada al exhibicionismo como el de Rubiales -nótese que durante el partido, en el palco frente a la reina Letizia y la infanta Sofía, no tuvo pudor para tocar sus genitales a modo de celebración- que los gestos machistas aún en transmisión internacional se pasan por alto.

Pese a que la FIFA suspendió de sus funciones a Luis Rubiales y pese a que las futbolistas españolas se niegan a jugar si el presidente de la Federación continúa en su cargo, la institución busca los recursos para justificar al directivo acusando de mentir a la jugadora afectada. ¿Qué no cuadra en todo esto? Que el error de uno se convierte en el de todos y se trata de limpiar la imagen de uno como si fuera la de todos.

A la vuelta de los días, uno puede pensar que un beso es mucho o poco, eso depende del cristal con el que cada cual mire los hechos; sin embargo, ¿qué más pudo haber que no vimos?, ¿cuántas jugadoras como Jenni Hermoso hay en las ligas de futbol del mundo que deben aceptar un trato inadecuado, abuso incluso, por parte de sus entrenadores y directivos? Como quiera que sea, este caso pone bajo la lupa a la Federación Española y es una invitación para “poner las barbas a remojar” en todas las demás, pues el organismo que las rige a todas no está dispuesto a tolerar faltas como esa.

Cierto es que independientemente del movimiento mediático en el que todas las ligas femeniles se han solidarizado con Jenni, lo que corresponde es que todas las futbolistas cuenten con el apoyo y protección correspondiente para que no ascienda a casos como el de la futbolista Scarlett Camberos, por ejemplo, que la falta de protección en México ante el acoso de un sujeto durante su paso por el Club América la orillaron a dejar el país el año pasado para vivir en Estados Unidos, ya que temía por su seguridad. Las autoridades no actuaron con la contundencia que corresponde y así como Scarlett, también Jana Gutiérrez y Selene Cortés sufrieron amenazas, incluso de muerte, sin que se hiciera nada al respecto por falta de un protocolo. ¿Es lo que se espera que le pase a Jenni Hermoso sin la protección de su Federación?

Aprendemos sobre casos ejemplares, estamos acostumbrados a ello; ojalá que de éste surja una nueva regulación para proteger la integridad de las jugadoras y de las mujeres en general, porque el machismo tiene muchas caras, existe en todas partes y, como la mayoría de los casos de violencia de género, suele quedar impune. En cada uno de nosotros está poner un alto a todos esos “Rubiales” que se toman a la ligera el acoso a las mujeres.

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