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Insípida corrida de toros

Por: Patricio Fernández Cortina

Insípida corrida de toros

Insípida corrida de toros

Domingo 24 de noviembre de 2019. Plaza de Toros Nuevo Progreso. Tercera corrida de la temporada, con una entrada de poco más de media plaza. La fiesta de los toros es así: un día te encanta y otro te desconsuela. Es que luego de la corrida del domingo pasado, ayer íbamos de nuevo con la esperanza de encontrarnos con la suerte. Pero la corrida de Los Encinos lidiada por Enrique Ponce, Octavio García “El Payo” y Sergio Flores, quedó a deber todo lo que de ella se esperaba.

Es cierto, una cosa es ver a los toros en el campo o en los corrales, y otra muy distinta a la hora de la verdad: cuando salen al ruedo a mostrar todas sus cualidades o todos sus defectos. Ayer, desgraciadamente para el ganadero y la afición, la corrida mostró muchos defectos: fue descastada y sin bravura, con toros mansos y de hechuras irregulares, sin acometida ni embestida.

Si a ello sumamos la pésima actuación de los picadores, que hicieron una tarde con pésimas varas de las que se hayan visto en Guadalajara, con la complacencia de los toreros porque nunca salieron a defender esa suerte que está para medir la bravura de los toros, no para acabárselos con la puya antes de torearlos.

Enrique Ponce viene saliendo de una lesión de la rodilla luego de una cogida aparatosa que sufrió en Valencia, España, en el mes de marzo. Se le veía cauto en los movimientos y sin arriesgarse de más, lo que le permitió salir cómodo ante dos toros que no le exigieron nada. El primero fue sin fuerza al caballo y su trote era lento y suave, como si le pesaran las patas. El toro no embestía ni transmitía nada al tendido, salvo tibios olés. Pinchó y mató de media estocada. El segundo toro peleó un poco más en el caballo, pero en el tercio de la muleta se quedó prácticamente parado, imposible para ser toreado. Mató con media estocada.

Octavio García “El Payo” inició con un toro débil de manos y muy alto, lo que complicó la lidia y las banderillas, al ir con la cara en alto, sin embestir y sin acometer. Nada se podía hacer con un toro así, más allá de pasearlo por el ruedo entre muletazos. En su segundo toro se vio una de las peores varas de la tarde, y a éste también lo llevó de un lado a otro, entre muletazo y muletazo, sin nada que transmitir al tendido. Mató bien y obtuvo salida al tercio.

Sergio Flores se vio muy mal con su segundo toro. El primero fue un burel terciado, esto es tirando a pequeño, que fue protestado con toda razón por el público, aunque lo toreó con oficio y obtuvo salida al tercio. Pero con el segundo se ensañó con la puya al no protestarle a su picador que dejara de montarse con su cuerpo en la vara sobre el toro. Eso no es medir bravura: eso es abusar de la suerte para un objeto que no les es propio. ¿Así defiende la fiesta el matador? No hubo nada que destacar de esa lidia.

La fiesta brava sin bravura, no es fiesta ni es brava. Es hueca. Con esos toros hacía frío en el calor de la tarde. Pero son estos reveses los que dan sentido a las otras tardes en las que su majestad, el toro bravo, se muestra con toda su fuerza, casta y bravura, emocionando a los aficionados. Por eso hay que ir a todas, uno nunca sabe.

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