Viernes, 26 de Abril 2024

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Inseguridad en la Colonia Americana; tres estampas

Por: Diego Petersen

Inseguridad en la Colonia Americana; tres estampas

Inseguridad en la Colonia Americana; tres estampas

Estampa 1. Escucharon ruidos. S y M se asomaron a la ventana y vieron que estaban robando la casa de enfrente, el taller de un artista. Llamaron a la policía y otro de los vecinos llamó al dueño del taller. Todos llegaron tarde; habían robado computadoras, aparatos y huido tranquilamente. Poco después apareció el comandante de zona. Revisó el lugar, aplaudió el trabajo del artista y hasta preguntó el precio de algunas obras. Llamó a los vecinos que se habían juntado en la calle y les explicó lo difícil que estaba la situación de inseguridad. Pero ustedes pueden hacer algo, les dijo, si juntan 10 mil pesos mensuales entre todos los vecinos de la cuadra yo me encargo de que no vuelva a suceder nada por aquí. Lo mandaron al cuerno argumentando que ya pagaban impuestos, que aquello era una extorsión. Como quieran dijo el comandante. Quince días después volvieron a asaltar el taller; se robaron los cuadros que tanto habían gustado al comandante. (Esto sucedió en la administración pasada de Guadalajara).

Estampa 2. Dudó: la calle Libertad estaba muy oscura y dejar el auto ahí podría representar un riesgo. G había escuchado muchas historias sobre robo de autopartes en la Colonia Americana y no quería ser el siguiente en la interminable lista de afectados. Pagó el derecho de estacionarse con la aplicación Parkimóvil. Cuando se disponía a descender se le acercó un joven con voz amable. -Son cincuenta pesos el tiempo que se quiera tardar, aquí se lo cuidamos. -Ya pagué con la aplicación, gracias. -No, me refiero a que yo se lo cuido, para que no le roben nada. -Pero cincuenta pesos es mucho. -Ya sé jefe, pero yo tengo que pagarles a los que me cobran para no robarle a mis clientes. Le dieron cambio de un billete de 200.

Estampa 3. Tarde de viernes. R y E fueron a comer a un restaurante en la Colonia Americana. Dejaron el coche a unos metros del lugar. Desde la terraza podían verlo. Se hizo tarde. Caía la noche cuando salieron del restaurante. Vieron a un grupo de jóvenes agazapados frente a su coche. Cuando se acercaron los rateros salieron corriendo, se subieron a un auto que los esperaba unos metros adelante y huyeron. Un faro estaba suelto, por suerte no se lo habían llevado, pensaron. Al tratar de abrir el coche la llave electrónica no respondió. El capó del frente estaba semiabierto. Fue entonces que se dieron cuenta que se habían llevado la batería y la computadora del motor. Los cables estaban cercenados de un tajo. Al día siguiente llamaron a una grúa para llevar el auto a un taller. El chofer de la grúa preguntó si les habían robado la computadora. -Así es, contestaron, -Uy, les va a salir carísimo, yo les paso el teléfono de un contacto; si le dan la ubicación del robo y las placas él se encarga de recuperar sus piezas originales. Les pasó el contacto por WhatsApp. Sólo dice “5defebrero”.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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