Sábado, 11 de Octubre 2025

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Hay que confrontarlo o todo podría perderse

Por: Daniel Rodríguez

Hay que confrontarlo o todo podría perderse

Hay que confrontarlo o todo podría perderse

Solamente leamos y tratemos de imaginar al personaje que describe la reseña:

Cómo nuestro más grande presidente salvó la democracia.

“En nuestras manos, hay compatriotas que quieren destruir el gobierno, pero yo solamente tendré la solemne responsabilidad de preservarlo, protegerlo y defenderlo”

Odiado y aclamado, vilipendiado y reverenciado, le ha tocado vivir una hora existencial.

Dirige un país dividido de profunda polarización, desacuerdo apasionado y diferentes interpretaciones de la realidad.

Los titulares de los periódicos lo advierten y los temores parecen hiperbólicos.

Se habla de su lucha por las instituciones democráticas y los imperativos de la justicia para cierto sector de la población.

Gobierna una nación en el que prevalece la violencia y es vociferante en sus visiones y controlado por sus propios intereses, que están dirigidos a un gran destino.

Gobierna en la vivencia de un autogobierno en su visión de nación, en un imperio oligárquico.

Se erige como modelo de igualdad y justicia para todos, y las reformas están bajo un asalto prolongado.
Todo parece un experimento bajo la ley.

Es una lección en la actual crisis democrática que se desarrolla.

Las fuerzas del poder sin control evidentemente están en ascenso

El pasado no es un prólogo, pero muestra divisiones profundas y su experiencia merece consideración.

OJO - Cuando un elemento dentro de la nación busca su propio poder y su propio camino por encima de cualquier otro factor, ese elemento debe de ser confrontado, de lo contrario, todo podría perderse. Un presidente debe estar comprometido con algo más grande que su propio control del poder y el pueblo debe estar dispuesto en el toma y daca del orden constitucional, incluso cuando los acontecimientos y demandas lo exijan.

A menudo se representa como un santo secular, el salvador de la República y en Gran Emancipador, pero la verdad es más complicado.

Puede salvar o destruir a otros.

Es un hombre de poder, en última instancia, que exige que la nación siga un camino a través de su ‘brutalidad’.

Muchas veces su sensibilidad moral como política la maneja al grado en que la conducta de uno está en armonía con el mandamiento de que uno debe hacer a los demás, lo que no nos gustaría que hiciera con nosotros.

Tiene su propio concepto de la democracia.

Defendió a los pobres, no era moral sino inmoral, no democratico, poco autocrítico, no justo sino injusto.

Parecía retrazado, frío, aburrido e indiferente, mal educado, feo, torpe, mal vestido, pero misericordioso, amante de la paz y luchador.

¿Ya sabe de quién hablamos? Pues no, está equivocado. Lo anterior, son frases, fragmentos, conceptos del reportaje de portada de la revista TIME -última edición correspondiente a Octubre 31- qué titulada ‘Cómo nuestro mejor presidente salvó la democracia y nosotros también podemos’, habla de Abraham Lincoln, quien tomó posesión como presidente de Estados Unidos el 4 de marzo de 1861, en medio de una nación dividida y con graves problemas de desigualdad y racismo. El artículo habla de ‘El ejemplo del gran presidente que puede enseñarnos lo que se necesita para defender la justicia’, idea que no ha pasado de moda. Es aplicable a muchas realidades -posiblemente muy cerca de nosotros- y que pueda abrir muchos ojos por las similitudes.

Por cierto, Abraham Lincoln, quien fue el presidente número 16 de Estados Unidos y quien históricamente emitió en 1863 la Proclamación de Emancipación que declaró libres a los esclavos dentro de la Confederación, fue asesinado cuatro años -1865- después de tomar posesión de la presidencia. ¿Usted, qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net

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