Miércoles, 24 de Abril 2024

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Frida Gutiérrez Pérez

Por: Maya Navarro de Lemus

Frida Gutiérrez Pérez

Frida Gutiérrez Pérez

Matilde Petra Montoya Lafragua fue la primera mujer en México que alcanzó el grado académico de médica en 1887, después sería reconocida “médico de cirugía y obstetricia”. Matilde Montoya pudo lograr esta impensable meta gracias a su férrea persistencia, a la intervención de Porfirio Díaz y al criterio progresista de su familia. Frida pertenece a esta especie de familia “mis padres verdaderamente, nacieron para ser padres” dice esta médica nacida en Monterrey, criada entre las ciudades de México y Monterrey, actualmente radica en Guadalajara. Lo sabe con seguridad porque desde su infancia ha sido feliz y porque hasta en las decisiones más descabelladas, ellos la han apoyado incondicionalmente. Quiso ser médica desde niña, se ríe mientras recuerda que su hermano, dos años menor que ella, la dejaba ser la doctora cuando jugaban. Frida tiene dos hermanos “infancia es destino” frase perteneciente a Freud ¿Será? Igual que en casa, ha pasado su vida ejerciendo rodeada de hombres.

Sus padres siempre preocupados por dar a sus hijos la mejor educación, dentro y fuera de casa, lograron que sus tres hijos fueran exitosos, cada uno en el ámbito que decidió. De su vida y su trayectoria Frida cuenta que estudió ballet de los 4 a los 16 años, durante la secundaria ganó un concurso intercolegial en letras, también estudió pintura donde, declara, haber sido un verdadero desastre. Al llegar a Monterrey se unió a una compañía de teatro, esta disciplina la salvó de la depresión de regresar a una ciudad para ella desconocida y en una edad difícil. Después de la medicina, el teatro aunque no lo ejerce, sigue siendo un gran favorito. Al entrar a la facultad de medicina en el Tec de Monterrey, no tuvo las dificultades de su colega decimonónica, entonces le interesaba la ginecología pero durante su primera rotación como interna (quinto año de carrera) tuvo con la cirugía “amor a primera vista”. En el último año como residente, fue jefa de residentes un nombramiento considerado un honor. Para entrar a la especialidad de Cirugía, en 1992, a más de cien años de distancia que Matilde Montoya, sí encontró dificultades, entonces, aquel era un ambiente cerrado, ocupado por hombres. Luchó en Monterrey para lograrlo y lo hizo; cursó los cinco años en la especialidad de cirugía, luego se trasladó a San Antonio, Texas para capacitarse en Cirugía laparoscópica (de mínima invasión). Años después le surgió la oportunidad de aprender al lado de uno de los especialistas más importantes de Europa en Coloproctología (cirugía de colón, recto y ano) en Marsella, Francia.

Desde niña siempre quiso ser doctora; hoy ejerce su carrera con mucha alegría.

En 2003 llega de Francia a Guadalajara “con una mano adelante y otra atrás” relata esta médica (sonriente que camina por la vida sobre tacones de aguja altísimos y con el pelo suelto a veces en rebeldía) que al llegar a esta ciudad no conocía a nadie, salvo al oncólogo que atendía a su mamá. Asustada ante la incertidumbre y contra sus expectativas, todo fluyó en armonía hasta hacerse a fuerza de trabajo, un espacio respetable en la práctica médica. Tal vez entre sus logros más importantes se encuentran haber sobresalido en un espacio que se consideraba de hombres y en una especialidad “poco taquillera”. Trabaja en la práctica privada entre dos ciudades: Guadalajara y Monterrey, al parecer es la única mujer en su especialidad que ejerce en dos Estados de la República dentro de la práctica privada “pues es feroz para cualquiera”. Frida Gutiérrez fue la única mujer del equipo inicial que fundó la Facultad de Medicina del Tec de Monterrey campus Guadalajara; a su cargo estuvo diseñar e integrar “los diez campos clínicos”, campos que deben cursar los internos de sexto año: geriatría, reumatología, oftalmología, etc. Fue la primera cirujana mexicana invitada para ser miembro de la AWS (Association Women Surgeons). Vale la aclaración que ser miembro de esta Asociación, sólo se logra por nominación. Su entrevista de ingreso trató sobre cómo identificar a las mujeres con potencial en la cirugía.

Sobre la relación paciente-cirujano:

En el cuerpo late la pesadumbre de la enfermedad, el paciente es pequeño y grande entre las manos del cirujano o cirujana. Es la salvación o la realidad pero en ésta entrega que duele, también hay amor.
 

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