El gobernador Pablo Lemus aceptó ayer, llanamente, que un feminicidio como el de Karla Bañuelos, ocurrido en la madrugada del domingo en el Oriente de Guadalajara, “echa para atrás todas las cifras”.Por la manera como sucedió y porque quedó totalmente grabado en una cámara de seguridad privada, el feminicidio se convirtió en un evento viral. Las reacciones se suman por miles y aparecen en las redes sociales más populares. Por los comentarios que se acumulan, con observaciones tan descabelladas como culparla por haber iniciado una agresión contra su asesino, podemos tener la certeza de que en un sector bastante amplio de nuestra sociedad hay total insensibilidad sobre la violencia que afecta a las mujeres en general.Sin embargo, en este espacio se propone una revisión sobre el manejo de las autoridades.El gobernador de Jalisco recordó que apenas la semana pasada se ofreció un reporte nacional en el que se acreditó una reducción en la tasa de varios delitos en el Estado, pero también una reducción en los homicidios, tanto que Jalisco dejó de estar entre las primeras seis entidades con más asesinatos.De acuerdo con las cifras oficiales, que además se hicieron públicas en la rueda de prensa mañanera de la Presidenta Claudia Sheinbaum, en junio hubo una reducción del 25.7 % en homicidios dolosos en Jalisco, en comparación con mayo.Si el comparativo se dilata más en el tiempo y se compara con la cantidad de homicidios que ocurrían en el año 2018, la reducción en nuestro Estado llega al 60 % y así, Jalisco queda en el lugar número 21 de las 32 entidades federativas.Pero como efectivamente lo apuntó el mandatario, un feminicidio como el de Karla Bañuelos “echa para atrás todas las cifras”. Además, días atrás, aparentemente por un móvil tan elemental como un robo, en San Cristóbal de la Barranca asesinaron a una pareja y a sus dos hijos menores de edad; uno de ellos no tenía todavía tres años de edad.Este tipo de sucesos atroces e increíbles dejan sin efecto el uso de la estadística. ¿Si se han cometido menos asesinatos desde 2018, cómo es que ocurren homicidios en los que fríamente le arrebatan la vida a menores que son casi unos bebés? ¿Cuántas personas, como el personaje que asesinó a Karla Bañuelos, cargan en un vehículo un arma larga o de grueso calibre? ¿Qué se debe hacer entonces para prevenir?Ante los feminicidios recientes, la conocida académica y activista local, Guadalupe Ramos Ponce, del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), comentó ayer mismo que la protección a las mujeres y la prevención contra los feminicidios forman parte del discurso oficial, es políticamente correcto, es “una narrativa”, pero esto no contribuye en la realidad a prevenir, atender o sancionar la violencia contra las mujeres y los menores de edad.Estamos tan alejados de la erradicación de este tipo de violencias, que aparentemente crecen, no se reducen.Las estadísticas de medición que han dominado el discurso oficial desde hace años son totalmente insuficientes. El fenómeno no se puede explicar con las cifras, o no totalmente al menos. Las autoridades deben incorporar otras variables, dar paso a otra forma de apreciación del fenómeno que permita resolver y no solo contabilizar.Porque es muy fácil echar las cifras para atrás. Basta un solo hecho tan brutal como el que circula en las redes sociales.