Viernes, 26 de Abril 2024

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Entre el invierno y la primavera

Por: Luis Ernesto Salomón

Entre el invierno y la primavera

Entre el invierno y la primavera

Tiempos inéditos vive la Patria. Nunca como ahora había tenido México tanta riqueza en movimiento. Nunca había sido tan grande y numerosa su población distribuida en una geografía cada vez más integrada, ni había tenido un exilio de más de veinte millones de compatriotas.

Tampoco había probado la ruta hacia la democracia integrada al mundo con tantas muestras de capacidad social y política como ahora. Al mismo tiempo, nunca la violencia fratricida de la delincuencia había socavado las instituciones y cortado tantas vidas como sucede hoy. El progreso es tan evidente como lacerante lo es la violencia. Pareciera que nos asomamos al mismo tiempo a la primavera de la esperanza, y al invierno de la desesperación.

La ilusión del bienestar pasa ahora por la exigencia contra las enormes diferencias sociales y los privilegios heredados de siglos que parecen no terminar. Signos del florecimiento material aparecen en la geografía y en la economía que a pesar de todo crece. Muestras de la fría penumbra también aparecen envueltos en bolsas mortuorias, ráfagas interminables y ríos de sangre inocente que fluyen en los mismos sitios en donde trata de surgir la luz de la primavera.

Quizá la irritación social ha surgido de la inconformidad que nace al vernos en esta contradicción que deja en evidencia que aunque mucho se ha hecho, no ha sido suficiente ni para la esperanza ni para las expectativas. La violencia es el motor de la rabia expresa o contenida. La esperanza de mejorar alimenta la ilusión del progreso y el bienestar.

Nos estamos acostumbrando a vivir en el filo de la sombra amenazante que crece y la calidad luz de la esperanza. En medio de una tensión consistente que quizá por eso tiende a buscar un cambio de rumbo porque vivir en el límite cansa. Sin duda es mayor la fuerza de la luz del progreso, de la lucha por el bienestar y por la ilusión de la equidad, que los jirones de la violencia que nos rasgan.

En esta contradicción vivimos una lucha política que debe conducirnos a fortalecer a las instituciones de la democracia y evitar la división y el odio fratricida que no es otra cosa que la muestra de ese invierno que todos queremos evitar.

Más allá de las diferencias políticas y de las preferencias electorales, es momento de actuar con responsabilidad evitando que se siembre el rumor de la discordia que tanto se anuncia en el frontispicio de nuestro teatro.

El amor a México nos obliga a luchar contra las muestras de descomposición, contra la violencia y a respaldar los mecanismos constitucionales a los que nos debemos someter todos, a pesar de la fallas de las personas. En estos tiempos inéditos es cuando se pone a prueba al conjunto.

Y cuando pasen estos momentos de turbulencia social podremos decir que navegamos por las aguas turbulentas del invierno, con poca luz, y que llegamos a buen puerto en primavera, con la lección bien aprendida.

Que a pesar de todo no nos acostumbramos ni al miedo ni a la violencia ni al caos, sino que apostamos siempre por el respeto y la consideración que nos debemos todos los mexicanos.

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