Jueves, 25 de Abril 2024

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En el marco de la historia

Por: El Informador

En el marco de la historia

En el marco de la historia

• Esta semana
• Razón y Acción.com.mx opina

Ante el marco de la historia, México se ha venido repitiendo, innumerables ocasiones. Hay quien se atreve a decir, que nunca como hoy, estamos ante un peligro inminente; dados los visos del proceso electoral de este primero de julio. ¿Qué es lo que puede resaltar, como una marcada diferencia, en una historia patria plagada de incontables errores –por soslayados– tantas veces repetidos?

A 35 días de la jornada electoral, continuamos proclives a la desacreditación de adversarios, en lugar de propuestas realizables y concretas. Ya no se habla –como hace seis años– del “te lo firmo y te lo cumplo”; seguramente porque no todo llegó a cumplirse, aún firmado.

Tres candidatos de partido y uno independiente son los que están a la mesa del póquer presidencial. El de mayor experiencia y edad llegó anticipado a la partida, y como viejo costal de mañas, se proclama triunfador en sus encuestas –“con honestidad y acabando con la corrupción”– aunque ahora, la escoria de “la mafia del poder” ya milite de su lado.

El tradicional estilo mexicano de confrontación, entre izquierdas y derechas, ahora viene mezclado en principios, valores y propósitos, porque la ambición desmedida de otro candidato ha sido antepuesta por su arbitraria decisión, sin medir las consecuencias ideológicas.

Si el tercero a la mesa es indiscutiblemente el más preparado y honorable, trae una lápida sobre sí, muy difícil de eliminar; por los errores indiscutibles del partido en el poder, pero más aún por todo lo que se le ha permitido multiplicar y pregonar en su contra, a una desmedida estructura cibernética a la cual se le permitió crecer, en tiempo y alcances, sin control alguno; sembrando ira y rencor, que provocan apátridas divisiones.

El cuarto a la mesa –el independiente– da color a los debates, sin decantarse en sentido alguno.

Cada etapa de la historia nacional, en pro de la libertad, el honor y la justicia, barrunta imperios, dictaduras o traiciones. La Colonia, bajo la monarquía española. El México independiente, con un imperio efímero, defenestrado por sus propios promotores. La Reforma, con un emperador importado del liberalismo europeo contra un supuesto benemérito, que se mantuvo en el poder 14 años, merced al respaldo norteamericano.

La Revolución, contra un presidente de tres décadas, que ya se había ido, continuada en la traición de Huerta, la Decena Trágica, la Cristiada y, finalmente, su consolidación en la “dictadura perfecta”, definida por Mario Vargas Llosa. Un siglo XXI, con 18 años de alternancia incierta, pero con un terco candidato, que no se cansa del rechazo sexenal, y habrá de morirse en la raya, sin más propósito que el de ver en su pecho, la Banda Presidencial.

Razonemos nuestro voto, en el marco de la historia…

ATALAYA
La cultura y la dictadura soviética

La Revolución Comunista rusa destruyó el impulso reformista y renovador de toda la cultura rusa que había tomado la antorcha de la libertad y el respeto a los derechos individuales. Tolstoi, Dostoievski, Tchejov y otros intelectuales abogaban por una mayor libertad y derechos para los rusos, pero el país y sus clases dirigentes estaban adormecidos y minimizaron a los movimientos revolucionarios, considerándolos como grupos menores de agitadores sin futuro. Como siempre, los intelectuales, idealistas e ingenuos abrazaron los postulados revolucionarios, pero pronto pagaron el precio de su error con la muerte, el destierro o el Gulag de que tanto habla Solyeniztin. A partir de los años 20, ya apoderado Stalin de todo el Apartchik del Gobierno y habiendo eliminado a todos sus opositores, comenzando con Trotski, Kirov y tantos otros, el poder y la paranoia staliniana persiguió a todos los escritores, pintores, cineastas y músicos que se negaron a disciplinarse en el modelo impuesto por la dictadura, que consistía en relatar una historia optimista sobre la construcción del comunismo.

Aquellos que se negaron a poner su arte al servicio del régimen sufrieron las consecuencias, murieron en la cárcel o en el Gulag (Babel y Mandelstam), fueron perseguidos y silenciados o murieron, como Bulgákov, Prokofiev y Shostakovich, el director Eisenstein, o acabaron suicidándose como Marina Tsvetálieva. Es tiempo de revivir todas esas experiencias que hablan del individuo enfrentando a la maquinaria estatal que lo pisotea y lo aplasta; su obra permanece y está muy vigente, aun cuando ni Rusia ni el mundo de hoy son como fueron en esa época, pero el populismo y el fundamentalismo amenazan con revivir esas pesadillas que se creían ya extinguidas.

Por Sergio López Rivera

REGIONES
La empresa de ser felices o lo que más mueve

Mantenerse unido, fuerte y positivo se consigue con más o menos ahínco. Pero si se aprende todo el tiempo, todos los días, en la empresa de ser felices las emociones hacen la diferencia. ¿De qué se trata?, de las libertades de acción que da manejar las emociones que mueven hacia algo. Se creía que las emociones (del latín emotĭo, “movimiento o impulso”), eran tan sólo impulsos instintivos que había que controlar, evitar o anular imperativamente, frente a la lógica y la razón. Mucho tiempo se silenció el sentir.

Si las emociones son esenciales, apenas hace un medio siglo que se empiezan a dejar salir a flote, con alguna espontaneidad tolerada o para orientar conductas e incluso para manipular elecciones de consumo y otras preferencias. Durante los últimos siglos las percepciones emotivas, personales y compartidas, fueron resistidas con impotencia y aún con indignación. Imperó el tabú en contra del sentir. Las emociones fueron “malas” y se estimó que lo mejor era no sentirlas. Se fracturó la sensibilidad social y personal e imperó la cultura de la utilidad –que finalmente solo hizo valioso al dinero–, dejando de lado a los cuerpos que eran y son mucho más que el soporte inseparable de las emociones.

Las reacciones emocionales nos permiten detectar lo que pasa a nuestro alrededor. Son vitales. Gracias a ellas, respondemos ante lo que da felicidad o entristece o da vergüenza; con sorpresa, ante amenazas y situaciones peligrosas con miedo e ira; rechazamos algo que daña al organismo mediante el olfato o con el asco. Las emociones nos facultan para distinguir lo relevante de lo trivial, son indispensables para enfocar la atención. Sobre todo, dejan marcas emocionales en las experiencias positivas o negativas que se han vivido y con las que se aprende, acumulando y recordando la carga emocional de esos episodios, memorizando circunstancias y consecuencias, especialmente difíciles o nocivas, que están más allá de la lógica, pues “no se quiere tropezar con la misma piedra”.

La atención emocional no sólo es directa, es fundamental. De qué otro modo uno puede darse cuenta de alegrías, temores, gustos/disgustos, enojo, tristeza y más que se siente. El cuerpo es la primera y primordial conexión con el mundo. Lo que sabemos del mundo es por los cuerpos que habitamos y a través de ellos. Habría que cuidarlos, con ellos hacemos todo posible. Por esto es que desde los cuerpos, nuestros cuerpos, se elaboran los mecanismos de “soportabilidad” social y los dispositivos que regulan las sensaciones personal y socialmente aceptadas/reprimidas.

Como las sensibilidades son sociabilidades vivenciadas, todo mundo sabemos que lo que nos mueve a vivir la plenitud de la vida, es el nacimiento constante de emociones. Que la vida es social. Que al interactuar se vive y convive, se expresen emociones. Que esto, simplemente es algo que se adquiere “al estar-en-cuerpo”, como diría Adrián Scribano. Por lo anterior, la empresa de ser felices no es otra cosa más que darse cuenta de que el impulso natural de sentir, se puede alentar/frenar, girar o cortar. La clave es traspasar el momento de la reacción y lograr “la respuesta” –consciente, intencional–, con que se reconocen las emociones de los demás para una convivencia sana. Cultivar las sensibilidades, se hace adrede, es de hecho un aprendizaje emocional formidable acerca de lo que más nos mueve en la empresa de ser felices.

Por Margarita Camarena Luhrs

FILOSOFÍA COTIDIANA
Dónde ha quedado…

¿Dónde ha quedado, aquello que llamábamos “solidez institucional”?

¿Dónde los valores y principios éticos y morales?

¿Dónde el arte de la política y el buen Gobierno?

En nuestro país, en nuestras comunidades, en nuestro entorno… en la realidad de hoy, y al parecer, en nuestro futuro inmediato, ¿nadie puede darnos razón de su existencia?

El Gobierno o administración pública, que debiera buscar la paz y tranquilidad social, está más empeñado en lograr apropiarse del poder por el poder mismo, para servirse de él, que en asumir un auténtico liderazgo de servicio o representación gubernamental.

En nuestra política nacional, contamos con la democracia más cara y concurrida del mundo, a cambio de muy exiguos resultados. Desperdiciamos recursos fiscales que nos pesan en el alma, pues debieran destinarse a nobles e indispensables fines, para mantener partidos políticos vanos, que sólo se confabulan en engañarnos.

Al inicio de 2017 perdimos a Zygmunt Bauman, un gran filósofo, eminente sociólogo y pensador polaco, de origen judío; una de las voces que mejor supo definir el cambio de los tiempos y la revolución o decadencia social y cultural, que ha caracterizado esta etapa de entre siglos XX–XXI. En su amplia obra sociológica, destaca el término “modernidad líquida”, que él acuñó y ha tenido seguimiento por otros muchos autores. En esa “modernidad líquida”, lo que antes era duradero: religión, empleo y relaciones, ha pasado a ser efímero. “La sociedad líquida –que conceptualizó Bauman– define el actual momento histórico en el que se han desvanecido las instituciones sólidas, que marcaban nuestra realidad, y se ha dado paso a un entorno marcado por la precariedad, el ritmo cambiante e inestable, la celeridad de los acontecimientos y la dinámica agotadora, con clara tendencia al individualismo de las personas. Se nos aparece como una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido”.

Y el colmo más absurdo, pues siempre nos queda la duda de cuánto o qué será verdad: “Cuando una mayor cantidad de información, se distribuye a una velocidad cada vez más alta, la creación de secuencias narrativas, ordenadas y progresivas, se hace paulatinamente más dificultosa. La vida social se ha transformado en una vida electrónica o cibervida, y ahora ya nadie cree que el gobierno puede hacer nada”…Entonces: ¿Dónde ha quedado, aquello que llamábamos “solidez institucional”?

Por Uriel Eduardo Santana Soltero

MERCADOTECNIA

¿Dónde, cuándo, quién?  Son interrogantes acerca de la efectividad de las encuestas, que señalan cifras las tendencias con miras a las elecciones. Por su parte, los candidatos asientan sus posturas para obtener preferencias abriendo estadísticas  generales sin sustento.

El resultado es desconcertante y establece dudas acerca de elecciones con mayoría para la Presidencia de la República y más en los ámbitos estatales y municipales, de singular importancia para el ciudadano expuesto a problemas cotidianos en seguridad, economía y educación.

Dios nos guarde de la discordia.

Por Carlos Cortés Vázquez

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