Jueves, 25 de Abril 2024

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En defensa de los medios públicos

Por: Diego Petersen

En defensa de los medios públicos

En defensa de los medios públicos

Mientras en Jalisco el Gobierno de Enrique Alfaro no sabe qué hacer con los medios públicos del Estado, el Sistema Jalisciense de Radio y Televisión prácticamente lo tiene en el abandono; a nivel federal el Gobierno de López Obrador ha decidido convertirlos en medios de propaganda. No es menos grave uno que lo otro, son solo dos formas diferentes de ejercer el poder y despreciar a los medios públicos.

El sistema jalisciense de Radio y Televisión pasó de una radio cultural y un canal de televisión enano (era conocido en sus orígenes como Televisora del Centro porque literalmente solo se veía en el centro de Guadalajara) a un sistema de radiodifusoras en AM y FM y un canal con mejores instalaciones que contenido, pero con gran potencial. Dos meses y medio después de la llegada del nuevo Gobierno el sistema sigue acéfalo, no hay proyecto y quien parece estar apuntado para dirigirlo tiene un perfil eminentemente comercial.

El Gobierno de López Obrador hizo todo lo contrario. Puso al frente de los medios públicos a periodistas afines (el más célebre, Jenaro Villamil ni siquiera cumple con los requisitos de ley) y los usa abiertamente como medios de propaganda: transmitir todos los días de manera íntegra la rueda de prensa matutina no es informar, es generar culto a la personalidad.

El desprecio de los medios públicos es directamente proporcional al desprecio que tienen nuestros gobernantes por la crítica y el disenso

Los medios públicos tienen una función muy importante en la democracia, una palabra tristemente desgastada y en desuso: garantizar el derecho a la información a través de mecanismos que no estén sujetos a los vaivenes del mercado. Es decir, una televisión donde las decisiones no se tomen por el rating o las presiones de los anunciantes y una radio que sirva a los intereses de la comunidad.

La buena televisión de Estado (BBC en Gran Bretaña , la CBC en Canadá, TF1 en Francia por citar algunos casos) y la buena radio pública (Public radio en Estados Unidos o la Deutsche Welle en Alemania) no tienen por objetivo competir por las audiencias con las privadas, pero le ponen las peras a peso, pues son opciones serias de información, y se manejan con lógica de Estado, no de Gobierno; tienen programas de debate, se discute con toda libertad, se critica al Gobierno, se debate sobre las políticas públicas, se reportea sobre los problemas de las comunidad, etcétera.

El desprecio de los medios públicos es directamente proporcional al desprecio que tienen nuestros gobernantes por la crítica y el disenso. En sus estilos personales y por razones distintas, Alfaro y López Obrador han decidido, tristemente, anularlos.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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