Viernes, 02 de Mayo 2025

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El pecado tiene colmillos

Por: Arturo Garibay

El pecado tiene colmillos

El pecado tiene colmillos

En los últimos meses, el acervo del cine de vampiros se ha enriquecido con tres estrenos recientes: el Nosferatu de Eggers (Prime Video, renta), Vampira humanista busca suicida de Ariane Louis-Seize (todavía en cines) y la flamante Pecadores de Ryan Coogler, la cual justo se estrena en salas de cine y hoy protagoniza esta columna.

Sanguinolento y sensual, el nuevo opus del director de Pantera Negra (Disney+) y Creed (Universal+) tiene todo lo necesario para erigirse en un clásico de culto del tamaño de De crepúsculo al amanecer (Claro Video, renta), Los muchachos perdidos (Prime Video, renta) o Vampiros de John Carpenter (Netflix).

Los gemelos afroamericanos Smoke y Stack, ambos interpretados por Michael B. Jordan, están de regreso en su pueblo natal tras haber pasado un tiempo haciendo dinero en Chicago. Intentando dejar atrás su pasado criminal, buscan abrir una cantina para los suyos. De cara a la noche inaugural de su animado tugurio, reconectarán con personas clave en su vida… y también recibirán la visita de Remmick (Jack O’Connell), un hombre de colmillos afilados y sediento de sangre.

Ambientada en la década de 1930, Pecadores abre como un drama histórico sobre injusticia social, racismo, crimen, ambición, expectativas sociales y heridas abiertas —individuales y colectivas—; sin embargo, tras la apertura del bar al anochecer, la pieza se transforma en una peli de vampiros sanguinarios. La violencia (en todas sus formas) alcanza un punto álgido no solo por la depredación vampírica, sino también porque el momento histórico es agresivo, beligerante e incierto.

Pero Coogler no se queda ahí, nos ofrece una experiencia multisensorial: nuestro drama histórico y nuestra peli de vampiros (en clave de creature feature) se articulan también como cinta de acción, como thriller sobrenatural, como musical, como terror de época. Sin miramiento alguno, Coogler recoge lo mejor del cine de serie B, del elevated horror y el melodrama afroamericano para darle forma a una película de entretenimiento, súper comercial, pero con momentos muy inspirados. Sí, Pecadores triunfa en la diversión y en lo artesanal.

Empero, aunque se ha construido un hype imponente en torno al filme, para mí sí que tiene un par de tropezones argumentales/creativos menores. No hablaremos de ellos aquí, para proteger al lector del odioso spoiler. Pero Coogler ha confeccionado una demoledora a prueba de “detallitos”.

En lo técnico, Pecadores es más que encomiable. Filmada en IMAX 70MM y Ultra Panavision 70 (los dos formatos más grandes de la industria en este momento), el filme es un portento en términos de cinefotografía: si el Oscar® fuera mañana, la talentosa Autumn Durald Arkapaw tendría que estar nominada por su imponente, vistosísimo trabajo de cámara. Lo mismo aplica para el compositor Ludwig Göransson (ganador del Premio de la Academia por Oppenheimer y Pantera Negra): el sueco ha creado un telar sonoro lleno de alma, desgarrador, hípersensual y magnético. Es imposible no someterse a la música de Pecadores.

En fin, mi recomendación es que te descubras el cuello y entregues la yugular. Deja que Pecadores te clave los colmillos, que te desangre hasta brindarte nueva vida. Esta peli —exuberante, explosiva— no tiene pierde si eres un incondicional del cine de vampiros.

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