Viernes, 19 de Abril 2024

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El migrante que somos

Por: Dolores Tapia

El migrante que somos

El migrante que somos

¿Qué historia estamos escribiendo? ¿Qué historias estaremos leyendo mañana? Yo, había pensado en disertar en esta columna sobre los ganadores del Ariel este año: Ilse Salas, Luis Téllez. Maravillosos. Bueno, lo haré, sí. Sin embargo, a mitad de la faena escritural leí con estupor -porque no he dejado de estar en estupor- la noticia sobre la capitana alemana Carola Rackete que se brincó a las autoridades italianas -por razones humanitarias- y entró en el puerto de Lampedusa con 40 migrantes a bordo. Peliculón, ¿no? De no creerse. El ministro del interior italiano Matteo Salvini -con una visión ultra conservadora- prohibió terminantemente que la joven de 31 años llegara a puerto, a pesar mire usted de que argumentaba “estado de necesidad” debido a la condición de los tripulantes, quienes por cierto fueron rescatadas hace 18 días frente a las costas de Libia, un país en guerra. ¿Necesita un guion de peli? Aquí hay uno.

Bueno, pues ayer la juez de Agrigento, Alessandra Vella, no validó la detención de Rackete y ha rechazado el delito de “resistencia y violencia a una nave de guerra”, esto por saltarse el alto de la policía y golpear una nave militar. La opinión de la sociedad italiana se divide y aunque suene descabellado, según informan diversos medios internacionales la decisión de Salvini de no dejarla entrar a Italia costase lo que costase le ha valido una gran aceptación. Así mismo, como lo lee. Hubiesen sido capaces -que lo fueron, fue ella quien se brincó la tranca- de dejarla ahí con toda esa gente a su suerte. Lo más conmovedor o ¿qué debo decir? ¿Aterrador? Es que volteamos nuestros ojos a otros puertos de Europa y la situación no es muy diferente, miramos con asombro (dolor y humillación) la política migratoria de Estados Unidos hacia los latinos y la situación es la misma y, lo que es más ruin, miramos hacia nuestra frontera sur y a México, tampoco le falta mucho para llegar a eso. Esa, esa es la historia que estamos construyendo, la que estamos contando, la que se va a quedar para la posteridad. Parece que el futuro se nos fue de las manos y sólo queda, cultivar la dignidad individual. Cultivar nuestras semillas en casa y quizá en esos pequeños oasis de privilegios (tener una casa, una comida caliente) ayudar a otros o mirar las noticias. El desastre migratorio (porque no es política, es desastre), es un asunto que viene creciendo desde hace décadas. La pobreza se extendió y las democracias no supieron qué hacer. Nos obligan a cerrar fronteras, cuando más que nunca todos necesitamos de todos.

Sigo queriendo hablar de lo maravillosa actriz que es Ilse Salas y de su pulido trabajo en “Las Niñas Bien”. Ilse, perdón, lo haré la próxima vez.

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