Viernes, 19 de Abril 2024

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El Ejército debe regresar a sus cuarteles

Por: Eugenio Ruiz Orozco

El Ejército debe regresar a sus cuarteles

El Ejército debe regresar a sus cuarteles

Juan López Jiménez fue un personaje singular, dotado de una gran inteligencia. Profundo observador y gran conocedor de nuestra historia, fue cronista de Guadalajara: escribió muchos años en El Informador la colaboración “Desde mi ladera”. Charlista excepcional, ameno, enterado, sagaz e implacable con aquellos que, en su opinión, erraban, era, al mismo tiempo, un extraordinario amigo. Los tuvo, y muchos, entre ellos, al General Don Marcelino García Barragán, Secretario de la Defensa Nacional de 1964 a 1970, con quien, ya alejado de la función pública sin la presión del cargo y con el tiempo a su disposición, compartió largas horas de plática en la casa que este ocupaba allá por la Colonia Vallarta Poniente. El General disfrutaba de la compañía de nuestro común amigo, a quien reveló algunos episodios de la vida de México en esos difíciles días.

Recuerdo un comentario que ahora viene al caso, sobre todo por la sobredelegación de funciones que el Presidente ha encomendado a las fuerzas armadas más allá de su responsabilidad constitucional. Juan comentó que, en medio del grave conflicto del 68, el General recibió la propuesta de dar un golpe de Estado para “recuperar la gobernabilidad del país”, según los instigadores. Todos sabemos lo que siguió, su lealtad a las instituciones fue inquebrantable y, a propósito de ello, lo que Don Marcelino le dijo a Juan es muy importante: “Mire, licenciado, el problema no es sacar al Ejército a las calles, el problema es regresarlo a sus cuarteles. Los militares estamos formados para servir a la Patria, garantizar su soberanía y custodiar las instituciones nacionales y, aun cuando recibimos una amplia formación en nuestro propio sistema educativo, este fue estructurado para que el Ejército sea autosuficiente, no para el servicio civil: no somos burócratas… El problema, Juan, es el riesgo de que algunos de los mandos, e incluso la tropa, se corrompan como consecuencia de la tentación del dinero fácil y quebranten su juramento de lealtad. Eso es lo realmente grave”.

Como es del dominio público, nuestras fuerzas armadas, igual que todas las del mundo, tienen una estructura piramidal, vertical, autoritaria; están entrenadas para obedecer y cumplir órdenes. Lo suyo no es discutir democráticamente las decisiones. Lo suyo es ejercer la autoridad con el respaldo de las armas. Los militares tienen un régimen especial porque, como la Iglesia, son poderes cuya misión no fue concebida para construir consensos. Por otra parte, la honestidad no es una virtud que tenga que ver con la pertenencia a una institución: es un tema axiológico, es consecuencia de la formación en un cuadro de valores y es personal. Se es o no se es honesto, al margen del uniforme, la sotana o el vestido. Por lo mucho que representa, por su tradición, origen, composición y compromiso social, nuestro cuerpo armado es una de las más respetadas instituciones de México y no debe ser expuesto a desviaciones. El Ejército, por el bien de la Patria, debe regresar a sus cuarteles.

eugeruo@hotmail.com

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