Martes, 21 de Mayo 2024

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Educación: Más allá de pifias, filias y fobias

Por: Diego Petersen

Educación: Más allá de pifias, filias y fobias

Educación: Más allá de pifias, filias y fobias

¿Qué habrían opinado López Obrador, cuando era eterno candidato, y sus huestes -moneros, intelectuales comprometidos, compañeros políticos- de una secretaria de Educación que dijera que Cananea y Hermosillo están en Jalisco? La habrían hecho pedazos, no sin razón, pero sobre todo sin piedad, porque así es la política. ¿Una “confusión” de ese tamaño (aceptemos que fue una confusión) descalifica a alguien para conducir la educación en México? Por supuesto que sería deseable que no se cometan ese tipo de errores, como no lo era que el secretario Aurelio Nuño invitara a los niños a “ler” en lugar de a “leer”, pero en ninguno de los dos casos se demerita el trabajo por un error, por terrible que este sea.

Lo que sí resulta absurdo es que la secretaria ponga como pretexto para la falta de resultados lo que no hicieron sus antecesores… ¡desde hace cincuenta años! No tengo duda que Agustín Yáñez, uno de los grandes escritores de este país, fue un buen secretario, y antes de él Torres Bodet o Vasconcelos, pero pensar que después de los sesenta la nada, refleja una profunda ignorancia o enorme soberbia de parte de la actual secretaria. 

En este medio siglo hubo extraordinarios secretarios, comenzando por Jesús Reyes Heroles, Porfirio Muñoz Ledo y Alonso Lujambio, por citar solo a tres realmente destacados, y otros impresentables o simplemente irrelevantes, que es peor. Son cinco décadas de claro oscuros. En estos años ocurrieron cambios fundamentales en el libro de texto gratuito, se alcanzó la cobertura universal de la educación primaria, se instauró la educación preescolar y la evaluación universal, por citar solo algunos puntos. Lo que no hubo ni ha habido desde Torres Bodet es un proyecto de Estado. Lo más cerca que estuvimos de ello fue la fallida reforma de Reyes Heroles en 1984, contra la que reaccionaron sindicatos y grupos de derecha, pero en general la política educativa ha estado y está al arbitrio y capricho sexenal.

Si algo ha caracterizado a este sexenio en materia de educación es la falta de un proyecto de largo plazo. Mientras sigan más preocupados por ver qué falló en el pasado en lugar de qué y cómo construimos una mejor educación para todos, seguiremos en la gran inercia que genera el sistema. La maestra Delfina Gómez, como la mayoría de sus antecesores y su antecesora en ese puesto, está más preocupada por administrar el mastodonte, la inercia de un servicio que continúa a pesar de las peores tragedias (el sistema educativo es tan fuerte que aguanta huracanes, terremotos, políticos, cacicazgos y pandemias), pero que moverlo requiere más, mucho más que buena voluntad.

La educación merece ver más allá de pifias, filias y fobias.

diego.petersen@informador.com.mx

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