Lunes, 17 de Febrero 2025

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Negociación y Derechos Humanos

Por: Diego Petersen

Negociación y Derechos Humanos

Negociación y Derechos Humanos

En una negociación todos sienten haber ganado, más aún si esa negociación la hacen políticos, pues lo más importante es que sus representados los vean como los triunfadores. Donald Trump va a presumir que volvió a doblar a México con los aranceles, tal como lo hizo hace seis años cuando presumió que el muro lo había hecho militarizando la frontera de México con Guatemala y Belice y que nosotros habíamos pagado. Ahora su discurso será que los mexicanos cuidaremos la frontera Norte y que otra vez dobló rapidísimo al Gobierno.

Algo hizo bien la Presidenta de México, de eso no hay duda y una de esas cosas fue entender dónde estaba parada y ceder, entender que en política es más importante leer bien la circunstancia que aferrarse a las ideas. Claudia y los agoreros de la 4T dirán -de hecho, ya comenzaron- que la valientísima Presidenta, como David frente a Goliat, doblegó al gigante.

Qué fue exactamente lo que ofreció México, no lo sabremos. O más bien, lo sabremos cuando veamos los hechos, no el discurso. Lo que podemos anticipar desde ya es que en esta negociación hay un gran derrotado: los derechos humanos. Otra vez, contrario a lo que México ha sostenido y a lo que dice la Constitución, aceptamos enfrentar el problema migratorio con las armas, con la Guardia Nacional, que no es otra cosa que Ejército disfrazado. La Presidenta se comprometió a enviar 10 mil efectivos a cuidar la frontera. Para darnos una idea de lo que esto significa, Trump envió el primer día mil 500 soldados. Su papel no será otro que evitar el cruce.

Toda negociación tiene costos. ¿Quién pagará los de este acuerdo? Solo hay dos posibles paganos: el erario o los derechos humanos. O el Gobierno le mete dinero para asegurar el bienestar y el cumplimiento de los derechos de las personas que se quedarán varadas en la frontera, a los que la Guardia Nacional les impedirá por la fuerza acercarse a la línea fronteriza, o los migrantes, los deportados y los que no puedan pasar, pagarán con hambre, condiciones inhumanas de vida y violación permanente a sus derechos. La respuesta está fácil: el Gobierno no tiene dinero.

Por buenas o por malas razones, México aceptó criminalizar la migración, resolver con la fuerza lo que hasta ahora se había tratado como un problema de pobreza. Con una Comisión Nacional de Derechos Humanos capturada y autoanulada, serán las organizaciones de la sociedad civil, la mayoría de ellas vinculadas a la Iglesia Católica, las que tendrán que dar la cara por los derechos de los migrantes. Hay que poner ojo a esa relación.

El otro tema que se negoció y tendrá implicaciones es un cambio en el combate al tráfico de drogas, particularmente el fentanilo. Y de eso hablamos mañana.

diego.petersen@informador.com.mx

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