La constructora del “segundo piso de la transformación” habló más de los cimientos y del primer piso que del segundo. De hecho, lo que hizo este año la Presidenta fue básicamente terminar lo que dejó pendiente el señor del primer piso, por lo mismo el informe fue más un reporte de finalización de sexenio pasado: la conclusión del Tren Maya, los resultados de pobreza del 2024, la terminación y puesta en operación de hospitales, el número de personas que reciben becas, etcétera. Es poco, casi nada, lo que Claudia Sheinbaum y su equipo pudieron avanzar durante este año en las iniciativas propias. Lo más destacado de estos primeros once meses de la Presidenta son quizá los proyectos de desregulación o modernidad gubernamental porque en las cifras de seguridad, ya lo comentamos, hay muchas razones para dudar de su veracidad.Más allá del contenido, bastante previsible y con pocas novedades, lo más destacable son las formas que en política dicen tanto como las palabras. La austeridad y al mismo tiempo elegancia republicana del escenario (solo la Presidenta y la bandera); el tono mesurado, sin esos trinos descompuestos que suele usar cuando arenga al pueblo; lo limitado del público. Si bien es cierto que lo mejor hubiese sido hacerlo, como debe ser, de cara al Congreso de la Unión y en el recinto legislativo, en la moda de informes que rehúyen la interpelación que se impuso desde el sexenio de Vicente Fox, este ha sido (salvo por supuesto el de la pandemia) uno de los más acotados en público: estaban los que tenían que estar -gabinete, gobernadores, representantes de los poderes- y algunos pocos invitados más.Dentro de las formas, llama la atención la importancia que la Presidenta le dio a los empresarios en su discurso. Si bien no faltaron críticas y culpas al modelo neoliberal, les dio un reconocimiento y papel a los empresarios que López Obrador siempre les escatimó. Por el contrario, los grupos originarios estuvieron solo en el discurso y en la blusa de la Presidenta (un huipil negro modernizado bordado con grecas en blanco y una planta de maíz al centro) pero no entre los invitados.Donde más se ha distanciado Claudia Sheinbaum de su antecesor es en la política de seguridad y en energías renovables. Lo hemos visto a lo largo de estos once meses y seguramente se hará cada día más evidente conforme pase el sexenio. Sin embargo, en ambos casos fue muy cuidadosa de no pisar cayos ni criticar el sexenio anterior; el pasado comienza en el 2018 y de ahí para atrás.¿Terminó ya el sexenio de López Obrador? Quienes esperan un rompimiento se quedarán con las ganas, pero sin duda el segundo año será, comenzando por el presupuesto, mucho más Claudia y menos AMLO. diego.petersen@informador.com.mx