Miércoles, 10 de Septiembre 2025

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Los cachorros de la transformación

Por: Diego Petersen

Los cachorros de la transformación

Los cachorros de la transformación

Los juniors son un problema político en todos los partidos. Cuando los poderosos en turno tienen hijos en edad de merecer (merecer abundancia, Karime dixit) se convierten en un problema. Una parte importante tiene que ver con el complejo de culpa de los padres, políticos que en la búsqueda del poder nunca pelaron a sus hijos y cuando lo tienen buscan compensarlos. Otra, más importante, es por supuesto la ambición personal de los hijos que, a quererlo o no, muy pronto entienden que sus deseos son órdenes, que tienen todo el poder del padre y ninguna de las responsabilidades. Por supuesto que no todos los hijos de políticos son así, pero sí llama la atención la cantidad de juniors políticos que se convierten en el dolor de cabeza de sus padres. Hasta hoy los hijos putativos de Vicente Fox, los Bribiesca Sahagún, tienen todos los récords de corrupción y abuso. La generación morenista viene fuerte y con ganas de hacerles competencia (los récords son para romperlos).

En los escándalos de corrupción de Morena aparecen cada vez más los nombres de los hijos. Los de López Obrador han aparecido en diversos casos, desde la casa gris de José Ramón, la venta de balastro para el Tren Maya de Gonzalo y la red de cuates de Andrés Manuel junior. En el escándalo reciente de huachicol fiscal están los sobrinos del ex secretario de la Marina, Rafael Ojeda, y el hijo del gobernador de Sonora, Alfonso Durazo. Alejandro Armenta Arellano, hijo del gobernador de Puebla, se autofinanció una película y tiene puesto “honorario” en el Gobierno, haciendo gala de la vieja máxima del priismo: “No te pido que me des, sino que me pongas donde hay” (en Puebla, hasta el perro del gobernador tiene puesto honorario y seguramente le dan pa’ sus croquetas).

Morena tiene una fascinación peculiar por los linajes, como si los hijos heredaran las virtudes y los méritos de sus padres. El único argumento para imponer, dos veces, a Rosario Piedra al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) son los méritos de su madre. Cuando nombraron a Itzel Castillo presidenta del Senado, Claudia Sheinbaum habló muy bien de su papá, Heberto Castillo, como si ella no tuviera méritos propios. Catalina Monreal Pérez, hija de Ricardo Monreal, ha intentado sin éxito seguir los pasos de su progenitor usando como palanca el nombre de su padre. Evelyn Salgado Pineda es gobernadora de Guerrero porque su papá no pudo ser, pero quién mejor que su hija para representarlo.

En el PRI les llamaban los cachorros de la Revolución. Estos son los cachorros de la transformación. No, ellos no harán ni el tercero ni el cuarto piso, ellos son los que van a vivir en el penthouse.

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