Ricardo Monreal, Mario Delgado, Enrique Vázquez Navarro, Andrés Manuel López Beltrán… los morenistas andan de paseo. Qué bien por ellos; los viajes ilustran. Incluso aquellos en los que, como bien apuntó Aurelio Asiain en X, van al otro lado del mundo a meterse a las mismas tiendas que hay en Ciudad de México. Los viajes de los funcionarios públicos, en periodo vacacional y con sus propios recursos, no deberían ser noticia. Si lo son, es porque ellos han sido insoportablemente pedantes en su supuesta superioridad moral; porque han repetido hasta el cansancio que son diferentes; porque han dicho una y otra vez que son más austeros que Juárez y, finalmente, porque fijaron los sueldos públicos en niveles que difícilmente ajustan para realizar los viajes que realizan.Con la vara que midas serás medido, dice el sermón de la montaña. A los funcionarios cuatroteros nadie les está pidiendo otra cosa que prudencia y congruencia. La misma Presidenta ya no sabe cómo meter al redil a una bola de políticos oportunistas que sufren del mismo síntoma que sus antecesores: les da mal de altura cuando se suben a un ladrillo.El poder requiere demostrarse para actualizarse. El poderoso necesita que lo reconozcan como tal. Los famosos signos externos del poder no son otra cosa que el traje de luces que se requiere para partir plaza. Si para ser torero hay que parecerlo, para ser poderoso hay que mostrarlo. El poder necesita tomar vinos caros (da igual si le gustan más o menos que los baratos), fumar puros de calidad, vestir ropa fina (da igual si es hombre o mujer), habitar un Palacio, cerrar un estadio para “macanear” un día cualquiera a media mañana.López Obrador era austero de una extraña manera, pues siempre sus hijos vivieron con un nivel de vida que no correspondía con lo que él predicaba y mucho menos con lo que ganaba el papá (nada entre 2006 y 2018). La austeridad de Claudia Sheinbaum es bastante más congruente y sincera, y aun así resulta poco creíble. Algún observador hizo notar en días pasados que la Presidenta nunca repite ajuar. De hecho, tiene una diseñadora encargada de vestirla. En lo personal me parece muy bien que la Presidenta vista bien y que lo haga sin extravagancias, aunque eso nada tenga que ver con el hábito y la pobreza franciscana que tanto presumen.Cuando la sencillez y la austeridad tienen que presumirse es porque no son tales. Más aún, a los ciudadanos nos importa un bledo si nuestros políticos son sencillitos como Juárez o dispendiosos como Salinas Pliego; lo que esperamos de ellos es que lo que hagan, lo hagan con su dinero y no con el nuestro, fruto de la corrupción. Lo que queremos de ellos es eficiencia y rendición de cuentas, tener acceso a la información hasta el último detalle. Es eso lo que esta generación de políticos cuatroteros, tan viajadores, nos robó: el derecho a la información. Y aun así se quejan de que los vigilemos.