El tango está lleno de despedidas: Jorge Luis Borges.Ayer murió el viejo Poder Judicial. Un Poder corrupto, cooptado por los poderes fácticos, alejado de la idea de justicia, burocrático, dinerero y lento.Ayer nació un nuevo Poder Judicial, cooptado, partidista, ideologizado e ignorante, alejado de la idea de justicia y cercano a los intereses de los justicieros.Pa’ que bailen los muchachos hoy te toco, acordeón: Enrique Cadícamo.Allá donde Morena tiene bases sociales y huestes vimos largas colas en las casillas. Allá donde el nuevo partido de Estado no tiene mayor penetración, las casillas eran un páramo. “Es el Gobierno organizando su propia pachanga”, me dijo con sabiduría popular un vendedor de fruta. El Gobierno dirá que ese señor no es pueblo, que es conservador, como los maestros de la CNTE. Otros dirán que él sí entendió que la elección de ayer, domingo primero de junio, fue una fiesta pa’ que bailen los muchachos al ritmo del acordeón.El tango tiene un origen infame, que se nota: Jorge Luis Borges.La reforma al Poder Judicial tuvo un origen infame, que se nota. Fueron los deseos de un presidente controlador de tener un poder sin contrapesos ni cortapisas el principio rector de esta reforma. Aniquilar al Poder Judicial que tantas trabas puso a su ejercicio de poder omnímodo, algunas veces con razón, otras sin ella, fue su último deseo. Ayer López Obrador salió de su ostracismo para festejar su victoria.Bailar tango es un deporte; el cabaré, un reñidero: Enrique Cadícamo.Hacer justicia es un acto noble; el Poder Judicial, un porquerillero. ¿Qué tiene que ver la justicia con el Poder Judicial? Muy poco, cada vez menos. El poder de la República encargado de administrar la justicia ha sido tradicionalmente más un órgano leguleyo que un aparato de impartición de justicia. El Poder Judicial es el reñidero de la República, el lugar donde se debate quién es el más fuerte, el más poderoso, el más macho de la cuadra, del partido judicial o del país. Eso no va a cambiar con la elección de ayer, ni con las que vengan en los próximos años.El tango es el tango, por más que le pongan ribetes o cintas de amor: Gatti.Si usted es de los que piensan que el problema no son las instituciones, sino las personas que las habitan, permítame que le dé una mala noticia. Cuando las instituciones están mal diseñadas, cuando las leyes de un país se hacen al aventón, a dedo alzado, sin pensarse ni discutirse, da casi igual quién sea el juez, magistrado o ministro. Y hay que enfatizar el casi, porque el hoy en el que caemos como república es como el tango: infinito.