Atmosféricas. El jardín va siendo habitado por la multitud de pequeñas vidas animales que le dan por estos días una vivacidad inesperada. Los pájaros descienden, puntuales, y cumplen cada vez el ritual de la visita. Buscan sin descanso, cada uno a su ritmo, el alimento, el agua fresca para reiniciar su vuelo. Las aguas hacen que las frondas adquieran el verde más profundo, los contrastes más acusados en su ciclo anual. Sobre la avenida, un muchacho realiza, con el asombro de quienes lo miran, insospechadas piruetas al manejar un balón. El buen humor del acróbata contagia a la esquina completa, la vuelve un escenario para la breve tregua, para los transeúntes que así descubren la gracia y la bravura contra la adversidad. El muchacho recibe sonriente los óbolos, se prepara con cronométrica exactitud para la siguiente sesión, para la duración del siguiente semáforo.**Las luciérnagas, en el jardín frente a la laguna, van escribiendo fugazmente los signos de la noche ahora irrecuperable. Sus vuelos misteriosos generan, cada tanto, un breve destello que asciende por la oscuridad rumbo a la memoria y el sueño. Apenas y todavía se recortan las sierras de la otra orilla, y los pueblos iluminados aparecen ahora con una nitidez distinta. La laguna extiende su paño generoso, su extensión impecable que recoge las aguas más lejanas, que las guarda y poco a poco deja ir rumbo al mar.**Del inolvidable Francisco Martínez Negrete, poeta de la ardua transparencia y de las bravías iluminaciones:ARCO IRISZarpa de luzentre el llorar de lluviamuerta de sueño5:00 A.M.Pasa el camión-atronador destello-la muda calle.DESPEDIDADices adióstras tu sonrisa inquietase oculta el llantoCINEBajo un radianteatardecer los créditos.Afuera llueve.INSTANTEOla de luzpor tu mirada estallaeternidades.DESIERTODanza la luzsobre el oleaje quietolíquido fuego.jpalomar@informador.com.mx