La continua aparición de fosas clandestinas y los recientes socavones que han surgido en las calles y avenidas de la Zona Metropolitana de Guadalajara muestran de cuerpo entero las carencias y deficiencias del Gobierno en estos dos temas: seguridad, violencia y deterioro de la red de tuberías y colectores en Guadalajara. Pero más aún, parecen revelar la incapacidad estructural de las autoridades y la decadencia de la clase política para gestionar y resolver los asuntos públicos. Se dirá que una cosa no tiene qué ver con la otra, que las fosas clandestinas son un asunto y que los socavones son otra cosa. A mi parece que se emparentan, más allá de las horadaciones en la tierra, porque ambas revelan las carencias de la autoridad.Lo de las fosas clandestinas revela el tremendo fracaso de la autoridad para enfrentar la crisis estructural de violencia, cuyas aristas más dolorosas son las desapariciones forzadas y cometidas por particulares y donde los perpetradores de las distintas violencias intentan desaparecer de manera impune los cuerpos de las personas que están siendo buscadas por sus familias. La grave crisis humanitaria que tenemos en el Estado confirma la incapacidad de las autoridades locales para detener las desapariciones y para encontrar a los que siguen ausentes. Con más de 16 mil desaparecidos, Jalisco es el epicentro de las desapariciones en todo el país. Y aparece también en los primeros lugares de fosas clandestinas. De diciembre de 2018 a junio de este año, se han encontrado 205 enterramientos clandestinos, teniendo el mayor número de enterramientos en el año de 2022 con 41 fosas. Lamentablemente este año apunta a que se romperá el récord de fosas clandestinas pues hasta junio ya se habían encontrado 34 enterramientos ilegales, con 110 cuerpos, según datos de la Vicefiscalía de Personas Desaparecidas de la Fiscalía del Estado. Solamente en la fosa clandestina en el predio de Las Agujas, cerca de Nextipac en Zapopan, se encontraron más de 169 bolsas con restos humanos y 34 cuerpos encontrados en el lugar, desde febrero a la fecha. El tema de los socavones revela, de otro lado, el fracaso del Gobierno del Estado para mantener y renovar la red de abasto de agua, de drenajes y colectores. Las grandes horadaciones que han aparecido en lo que va del temporal, en la avenida Malecón, frente al parque de la Solidaridad, muestran el atraso de la red de drenaje, pero también la crisis estructural que atraviesa el Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), una dependencia que tiene recursos para mantener altos sueldos y aviadurías, pero no para servir agua limpia a la mayoría de los ciudadanos y mantener las calles sin socavones. Es una vergüenza que el SIAPA esté entregando agua sucia y turbia a miles de familias tapatías. La aparición de fosas y socavones también muestra una tendencia cada vez más reiterada de la autoridad de solamente administrar las crisis y patear los problemas para adelante en lugar de enfrentarlo y resolverlo de fondo. Los ciudadanos mantenemos un aparato público que paga altos sueldos a una burocracia dorada, pero que sin embargo es incapaz de atender los problemas más urgentes y destinar los recursos necesarios para las inversiones públicas que se requieren para atender los problemas que aquejan a la sociedad. Con un presupuesto de más de 170 mil millones de pesos, no se entiende por qué las principales obras, como la Línea 4 de Tren Ligero, se tiene que pagar con deuda privada y no de los recursos fiscales que se recaudan anualmente. Y al final, esto revela la decadencia de la clase política, siempre aferrada al poder, pero ahora sin la capacidad de enfrentar problemas esenciales que afectan a la sociedad, como las fosas y los socavones.
