Viernes, 26 de Abril 2024

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Cuando la tierra se movió

Por: Dolores Tapia

Finalmente en una sociedad moderadamente civilizada –digamos- nadie estamos acostumbrados a la tragedia. O la tragedia no se puede normalizar. Lo que ha vivido México es un asunto mayor y aunque leo, en algunos medios de comunicación nacionales e internacionales que la vida de los citadinos ahí va… medio normalizándose (no así la vida de los oaxaqueños, ni los morelenses, ni los poblanos), el hecho visible de una recuperación lenta me arroja la idea terrorífica de normalizar el dolor. Ese dolor que queda después de la profunda pérdida, la sorpresiva pérdida, la devastadora pérdida.

Si bien la epopeya de nuestra solidaridad ha alcanzado límites insospechados, magníficos y luminosos, como bien diría el periodista Jorge Ramos, este sismo moverá también las próximas elecciones, estoy segura. Es verdad que el luto y las ausencias se sienten en el día a día, en la normalización de la vida, en la necesidad de regresar al trabajo, de hacer las pequeñas labores cotidianas. Ahí es donde nada es igual, ni volverá a ser igual.

Y es ahí, donde me atrevo a decir que las cosas no se vuelven masivas, en el luto individual hay que trabajar mucho y a veces no se tienen ganas o se tienen mucha tristeza. Médicos Sin Fronteros y otros grupos de ayuda en nuestro país han enfocado sus esfuerzos en el cuidado psicológico de los sobrevivientes.

Muchos sobrevivientes presentan ansiedad constante, insomnio, pesadillas, falta de aire, temor permanente, paranoia, miedo a perder más de lo que se ha perdido, ira, desconsuelo y ganas de morir.

Todos los que hemos querido ayudar de alguna manera (lejos, cerca, depositando a cuentas bancarias, donando lo posible) debemos (es casi una obligación) estar atentos al proceso de las víctimas en la medida de lo posible, también de los voluntarios, de los brigadistas, incluso de amigos (yo tengo varios) que agarraron su auto y se lanzaron a Morelos, Puebla o Oaxaca a echar una mano, ellos, también están afectados. A ellos también hay que echarles la mano.

Si puedes ayudar a alguien cerca de ti… es bueno saber que después de un evento traumatico, la víctima se mantenga haciendo algo, para evitar que la ataquen pensamientos obsesivos. Es esencial seguir trabajando. También descansar, comer, dormir y recobrar fuerzas, atenderse personalmente (aseo).

Cuando la noche es larga y hay dificultad para dormir, el ejercicio de leer, dibujar y escribir ayuda.

Es importante hablar con la familia, llorar junto a ella, junto a los amigos, los cercanos y en lo posible, con un terapeuta quien ayudará a distinguir cuando es tiempo de no seguir hablando de la tragedia. En este caso, es importante evitar los medios de comunicación.

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