Miércoles, 24 de Abril 2024

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Crimen y castigo

Por: Luis Jorge Cárdenas Díaz

Crimen y castigo

Crimen y castigo

Me acordé del cuento de la rana en la olla de agua que se puso a calentar en la estufa y la temperatura empezó a subir lentamente al grado de que la rana no notaba que la temperatura estaba subiendo y terminó cociéndose.

Lo mismo nos está pasando con la criminalidad, cada día aumenta más y nosotros no tomamos medidas para combatirla más que las que ya están en práctica sin resultado alguno.

Las acciones que está tomando nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador son lentas y a largo plazo; el subsidio a los jóvenes que no estudian ni trabajan (ninis), el fomento al deporte, con preferencia al beis bol, por propia afición, no porque los jóvenes prefieran el futbol, y la cartilla moral que se reparte en las iglesias evangelistas (por ser su religión).

Si queremos combatir eficientemente el crimen, es necesario hacer frente a los efectos perniciosos que se incuban en los barrios bajos que abundan en la periferia de las ciudades, al grado de que hay barriadas en donde ni la Policía entra, abunda la ignorancia y la decadencia, imperan la pobreza y el desempleo, el ocio que propicia la drogadicción, las generaciones de desnutrición acumuladas, los daños cerebrales congénitos, la violencia intrafamiliar, la desatención prenatal, las enfermedades, la contaminación, el desaseo y la mugre, la insalubridad, las viviendas ruinosas construidas con materiales de desecho tomados de los basureros que las vuelven insalubres y sucias, el hacinamiento por la procreación incontrolable, el alcoholismo, la impotencia para salir de su estado vegetativo que entraña la inquietud, el temor y el odio a la sociedad, exacerbada por la presión que genera la pobreza y las injusticias.

Esos son los verdaderos orígenes de la criminalidad que debe combatirse en dos frentes, atacando sus causas y castigando con mano de hierro los delitos. Los secuestradores y asaltantes de viviendas habitadas cada día son más crueles y sanguinarios y con la misma intensidad deben ser castigados. El sistema carcelario controlado por la delincuencia debe reestructurarse a fondo, los reclusos deben ganarse el sustento con trabajos forzados, esterilización de violadores, aislamiento perpetuo a extorsionadores, pena de muerte a asesinos.

Debe limitarse al ser humano para que sólo tenga los hijos que pueda educar y mantener. Las religiones deben concientizar a los padres irresponsables y la autoridad debe estimular el control de la natalidad.

Los derechos humanos deben aplicarse a las víctimas, no a los victimarios, abundan los recursos para dejar en libertad a los criminales siendo el más socorrido el de la corrupción. El delincuente que cuenta con recursos para evadir la acción de la justicia es el que más daño hace a la sociedad porque sabe que su dinero le garantiza la impunidad. El saqueo del que fuimos víctimas en el sexenio pasado ha exhibido en todo el mundo a México como el paraíso de los delincuentes, colombianos, venezolanos y de otros países vienen a incrementar los índices de criminalidad porque saben que aquí hay impunidad.

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