Viernes, 26 de Abril 2024

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Creencia y tolerancia

Por: Diego Petersen

Creencia y tolerancia

Creencia y tolerancia

Este fin de semana hubo diversas marchas en las calles de Guadalajara. Contrario a lo que muchos piensan, porque desquicia el tránsito citadino (es decir estorba a su majestad el automóvil) a mí las manifestaciones  me parecen un signo de vitalidad ciudadana. Que se tomen las calles y que sea además por motivos tan diversos es una buena noticia, habla bien de nosotros y de la salud de la democracia. Unos marcharon por los desparecidos, otros a favor de la lucha contra el cáncer y otros más en contra de la escultura Sincretismo. 

A quienes no les gusta la escultura, sea por razones religiosas, estéticas o por cuestiones administrativas, tienen todo el derecho de manifestar su inconformidad. A lo que no tiene derecho ninguno de ellos, como no lo tenemos ninguno de nosotros, es a imponer una visión única. 

Las tres  marchas contra la escultura han convocado 800, 3,000 y 1,500 personas respectivamente. Eso nos dice que si bien hay un grupo a quien no le gusta la obra no es ni de lejos un grupo ya no digamos mayoritario, ni siquiera importante. Aunque las marchas convocan a los católicos alegando que la fe ha sido ofendida, es evidente que no es así, la mayoría lo entiende como lo que es: una obra de arte. Se trata solo de una facción minoritaria del catolicismo, encabezada por el cardenal y arzobispo emérito, Juan Sandoval Iñiguez, pero no por quien hoy es responsable de la Arquidiócesis, el Arzobispo cardenal Francisco Robles. Lo grave es que, alentado por el discurso violento de el propio cardenal Sandoval, un hombre vandalizó la escultura y luego intentó atacar con un cuchillo a un policía. 

Esto no es un hecho aislado. Hace unos años, cuando un grupo también minoritario de católicos se sintió ofendido por un dibujo de Ahumada titulado “La Patrona”, expuesto en el Museo del Periodismo, en el que de la tilma de Juan Diego aparecía milagrosamente Marilyn Monroe en lugar de la guadalupana, un fanático destruyó la obra y el mismo Cardenal Sandoval, lejos de reprobar el hecho, se ofreció a pagar la fianza del atacante alentando la intolerancia.

Pero, qué pasaría si un grupo saliera mañana a manifestarse, por ejemplo, contra la romería de la Virgen de Zapopan porque consideran que la peregrinación afecta sus interese personales, o más aún, porque no les gusta la virgen o les parece que es una práctica idólatra, como ha sucedido en Brasil, donde grupos evangélicos empoderados han destruido públicamente imágenes de la Virgen de Aparecida. Estarían en todo su derecho de manifestarse, pero no de imponer su visión y mucho menos de ejercer violencia alguna, sea física o simbólica. Hay quien no cree en la virgen y eso no significa que hay que retirar todas las manifestaciones de devoción que hay en las calles de la ciudad. Sería un absurdo, como absurdo es pretender que se retire una obra de arte.

Cada quien tiene derecho a creer lo que quiera y a pertenecer a la iglesia o grupo que desee, pero nadie tiene derecho a limitar las creencias ni la expresión de otros. La tolerancia no es otra cosa que aceptar que mis creencias son eso, formas de entender el mundo y el sentido que tiene nuestra existencia.

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