Martes, 30 de Abril 2024

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Contingencias ambientales

Por: Juan Palomar

Contingencias ambientales

Contingencias ambientales

El tiempo de estío suele ser el más complicado para las eventuales contingencias atmosféricas que aquejan a la región metropolitana. El bosque de la Primavera, recurso ambiental por antonomasia de Guadalajara se ve particularmente asediado por incendios y conflagraciones. Una mínima parte de estos daños se deben a causas naturales; es el descuido humano, o en el peor de los casos las intenciones aviesas, los que causan los fuegos que, debido a la sequía y a los vientos de la temporada son fácilmente propagables.

Mucho se ha insistido sobre la necesidad de contar con áreas de amortiguamiento en toda la circunferencia del bosque y en vigilar la carga de uso que el bosque puede soportar en las distintas épocas del año. La asociación Anillo Primavera ha realizado diversos estudios al respecto que deberían ser atendidos.

Existen diversos frentes en los que es necesario prever los incendios forestales. Sin duda el primero es lograr la instalación permanente en la conciencia de la población del indispensable cuidado que se debe guardar respecto a las áreas naturales, y particularmente las forestales. En la región metropolitana es preciso además reforzar las loables labores de los brigadistas con el fin de aumentar en todo lo posible su capacidad de respuesta a las contingencias. En el medio rural, en general, los propietarios deberán guardar precauciones permanentes con el fin de minimizar los riesgos del fuego.

Pero no es posible olvidar que ha sido la incontrolada expansión de la mancha urbana la que ha llevado a un estado de fragilidad a todos los medios naturales circunvecinos. La presión así ejercida, a lo largo del tiempo, ha repercutido en la muy cuantiosa pérdida de superficies naturales, cauces y cuerpos de agua. El propio contexto urbano es aquejado con frecuencia por la deficiente calidad de aire, fenómeno que se presenta en distintas temporadas anuales.

Dentro de ese contexto urbano existen tiraderos de desechos que al arder provocan una fuerte toxicidad, como los casos que se han suscitado en estos últimos días. Su misma existencia es motivo de alarma, por lo que una actitud vigilante de la población es indispensable, así como la actuación enérgica de las autoridades.

El fondo del asunto pudiera residir en el estado de desarreglo ambiental que sufre toda el área metropolitana. Y esta condición que en principio pudiera parecer meramente física permea irremediablemente en el ánimo de la población que se ve forzada a subsistir en condiciones adversas. Un círculo vicioso se desencadena así en muchos casos. Los descuidos generales se pueden convertir en deficientes hábitos particulares. Una plena conciencia ambiental de la población, una efectiva educación en estos campos es el principio de la solución.

jpalomar@informador.com.mx
 

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