Viernes, 19 de Abril 2024

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Con Sabines: quién lo sabe de cierto

Por: Augusto Chacón

Con Sabines: quién lo sabe de cierto

Con Sabines: quién lo sabe de cierto

A lo mejor con la reforma energética o la Ley de Ingresos, con la miscelánea fiscal o cualquier otra iniciativa que brota de Palacio Nacional hemos caído en el juego de pretender que cada uno de los sectores involucrados debe defender lo que le atañe. A lo mejor así sólo conseguimos apuntalar el poder unívoco del Ejecutivo; las industrias de energía por su lado, las organizaciones de la sociedad civil por el suyo, las y los jóvenes que alcanzarán la mayoría de edad abandonados a la entrada de las fauces del servicio tributario obligatorio, conscripción a la única función que el actual régimen concibe para las personas: pagar impuestos porque, como en el viejo chiste, el rey quiere esquiar. 

A lo mejor el régimen mide la presión en cada estanco social y económico y de uno en uno les hace graciosas concesiones (así como de uno en uno dedica fulminantes señalamientos) a través de mandaderos empeñados en un lobbying en sentido contrario: del poder hacia los ciudadanos; a lo mejor llaman de parte del líder de los diputados del partido dueño del cuchillo que corta el pastel, y del pastel también, para decir: no se preocupe, lo recibirá para tratar de que sus observaciones se incluyan en la iniciativa. 

A lo mejor la reacción de quienes gozan de tal acercamiento es de beneplácito, incluso de halago. Quién resiste a la tentación de avisar a los colegas del sector que sus plegarias han sido escuchadas, que están en condiciones de exponer sus preocupaciones y lograr que los cambios que lucen perjudiciales para ellos no se impongan. A lo mejor podemos imaginar cuanto se congratulan por haber publicado el desplegado, por haber dado aquellas entrevistas, por haber llamado al secretario particular de…  A lo mejor lo que de uno en uno consiguen son minucias que no varían lo insidioso de las iniciativas y a lo mejor inhiben la posibilidad de entendernos como un todo.

A lo mejor conviene especular que las alteraciones en las normas de la energía, de su generación y distribución, afectan más que a algunas empresas, que el grillete impositivo que el presidente propone para quienes cruzan el umbral de los dieciocho años incide en las organizaciones de la sociedad civil y en todo lo demás, y que aquéllas sean perseguidas fiscalmente menoscaba la búsqueda de la igualdad que pasa por atender poblaciones vulnerables (que se han vuelto eso, vulnerables, porque en un siglo el Estado no ha sido capaz de ponerse a su favor) y al cabo, los ciudadanos inmersos en la supervivencia, postrados por gobiernos incapaces y estrictamente autorreferenciales, completan el tajo que es suponer que las afectaciones o beneficios de las actuaciones políticas y sociales pueden negociarse únicamente sector por sector, gremio por gremio; a lo mejor así es como degradamos el medio ambiente, con la actitud: cada quien como pueda; a lo mejor el futuro desapareció ayer, el presente es una pura desazón y el pasado constante reconstrucción.

Pero a lo mejor ese cada quien se manifiesta asimismo en la manera en que nos hacemos cargo, individualmente hipnotizados, del presidente de la República, de sus palabras, de sus gestos, de sus silencios; es blanco de la inquina, origen de los males, también líder popular y enemigo imbatible, ya no queremos derrotar sus propuestas, entendemos que no lo mueven la estructura de los argumentos, los datos verificables, la realidad constatable o la calidad, técnica, profesional y ética del interlocutor; a lo mejor ya no queremos hacerlo entender, ya no queremos (no podemos) hacer que nos vea… lo que anhelamos, lo que en verdad nos impulsa es el coraje y queremos hacerle saber que estamos indignados por lo que desde su ejercicio del poder nos representa, y por todo lo que, ya lo tenemos claro, no representa: ni a la izquierda, ni un nuevo modelo económico, ni la justicia, ni la igualdad, tampoco la libertad.

Y a lo mejor en esto reside el problema, lo hemos puesto al centro y cada cual intenta sacudirse de encima lo que considera que de él se le ha untado, una ley, un desdén, una mentira, una muestra de su ignorancia. A lo mejor si mentalmente lo corremos al margen, si nos desentendemos de sus provocaciones, de las distracciones que siembra, para mirar lo que de él mana en función de la sociedad entera y rehusarnos a entrar en tratos por particularidades aisladas y los magnates de la energía, de la industria, del comercio, de las comunicaciones proponen un parlamento abierto, y también las organizaciones de la sociedad civil, las y los defensores de derechos humanos, fiscalistas, constitucionalistas, ambientalistas, académicos, rectores de las universidades, todas, todos casi congreso constituyente, al unísono: parlamento abierto, al mismo tiempo, y que nadie se conforme en tanto un sector esté inconforme.

Aunque a lo mejor el plural (nosotros, todas, todos) es excesivo y este ensueño apenas estimula a alguna, a alguno, electoralmente ingrávidos, socialmente pálidos. A lo mejor para la mayoría eso que para los muchos y muchas incluidos arbitrariamente en este texto es la debacle, para ella es tendencia natural en la degradación incesante, en todos los campos, que ha padecido como cosa natural. A lo mejor, entonces, lo peor está por mostrarse.

agustino20@gmail.com

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