Domingo, 16 de Junio 2024

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Catástrofe por desapariciones

Por: Rubén Martín

Catástrofe por desapariciones

Catástrofe por desapariciones

La sociedad mexicana vive una catástrofe por desapariciones de proporciones mayúsculas. Sólo unos pocos países que han pasado por grandes calamidades como guerras mundiales o civiles, invasiones extranjeras o genocidios han tenido una crisis por desapariciones como ocurre en México desde 2006.

Ya sabíamos que la catástrofe por desapariciones era considerable, y el informe presentado el lunes por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador lo confirma. Los datos que compartió el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, y la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, Karla Quintana, representan el reporte más amplio conocido hasta ahora, pues contiene datos de 1964 hasta el 31 de diciembre de 2019.

Comprende el periodo de estrategias de contrainsurgencia desplegadas por el Estado en Guerrero y otros estados en la década de 1960, y el actual periodo de la guerra contra las drogas decretada en la presidencia del panista Felipe Calderón.

De acuerdo al reporte, en 55 años se han reportado como desaparecidas a 147 mil 033 personas, de las cuales 85 mil 396 han sido localizadas, lo que representa 58% del total. El 42% restante es la magnitud de nuestra crisis: 61 mil 637 desaparecidos hasta el 31 de diciembre de 2019.

Pero el fenómeno no ha sido uniforme: entre 1964 y 2005 se reportaron mil 584 personas desaparecidas, que representan 2.57% del total.

En tanto, desde 2006, cuando fue declarada la guerra contra el crimen organizado, a la fecha, han desaparecido 60 mil 053 personas, lo que representa 97.43% del total. Visto en el tiempo, en 41 años (1964 a 2005) desapareció 2.5%, y en 14 (2006-2019) desapareció 97.5% de la cifra total.

Las estadísticas históricas revelan, contundentemente, que el fenómeno de las desapariciones en México está relacionado directamente a la decisión del Gobierno de Felipe Calderón de declarar la guerra contra las drogas o al crimen organizado. El fenómeno nació y creció exponencialmente con Calderón y continuó en el sexenio del priista Enrique Peña Nieto.

Los datos anuales de desapariciones y el número de personas localizadas cada año muestran, también, que el pico de las desapariciones con Calderón ocurrió en 2011, con cuatro mil 522 personas desaparecidas, en tanto que con Peña Nieto fue 2017, con siete mil 595.

Pero justo cuando empezó el pico más alto de desapariciones, de 2016 a 2018, el número de personas encontradas cayó estrepitosamente. En el primer año de Gobierno de Peña Nieto se reportaron 10 mil 863 personas localizadas con vida, cifra que descendió a dos mil 673 el último año de su administración. Casi podría decirse que al final del sexenio anterior se dejó de buscar a los desaparecidos.

Estas son las cifras de la catástrofe, pero esta catástrofe no llegó sola: tiene responsables. Es obvio que son responsables los grupos criminales que participan en estas actividades, pero en primer lugar están los mandos políticos que ordenaron esta supuesta guerra contra las drogas que se ha convertido en una violencia generalizada hacia toda la sociedad.

Después de declarada esta guerra, vivimos en el peor de los mundos: el crimen organizado no sólo no ha sido derrotado sino que es más fuerte que nunca, a pesar de las vidas y recursos que nos han costado a los mexicanos.

A Calderón y a Peña Nieto se les debería juzgar al menos de incompetentes, pero también son corresponsables de un país convertido en una inmensa fosa clandestina y donde es más factible desaparecer que terminar una carrera universitaria.

Vivimos una catástrofe por desapariciones, fosas clandestinas y cuerpos sin identificar. Es una barbarie que se tiene que terminar, y los responsables deben pagar por ello.

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