Carl Sagan (1934-1996) fue un astrónomo y astrofísico, profesor de la Universidad de Harvard y posteriormente de la Universidad de Cornell. Impulsó la búsqueda de inteligencia extraterrestre y es considerado uno de los científicos más influyentes de las últimas décadas. Sagan divulgó una gran cantidad de conocimiento científico a las masas por medio de su serie documental titulada “Cosmos: un viaje personal”. El propósito del presente artículo es hacer hincapié en algunas de las ideas descritas por este célebre astrónomo para posteriormente reflexionar sobre ellas. Nuestro universo siempre ha sido y sigue siendo un misterio. Seguimos sabiendo poco de su funcionamiento y nos encontramos en un punto primitivo con respecto a nuestro alcance para viajar al espacio. Se estima que el universo observable mide aproximadamente 93 mil millones de años luz. Esto se calcula tomando como base la edad del cosmos y la distancia que tendría que recorrer una partícula de luz, lo cual equivale a 13 mil 800 millones de años. Para que nos demos una idea, se estima que un año luz equivale a casi nueve billones y medio de kilómetros. Para dimensionar las proporciones a las que me estoy refiriendo, nuestro planeta tiene un diámetro de 12 mil 760 kilómetros. Varios estudios señalan que nuestro planeta tiene una edad de 4 mil 543 millones de años. Los restos de los homo sapiens más antiguos hasta el momento son de hace 300 mil años. Esto significa que los humanos con características más parecidas a las actuales surgieron hace menos de un tercio de un millón de años. Siendo así, en términos comparativos nuestra existencia en un nuestro planeta microscópico es una novedad. Dentro de un célebre discurso que dio Sagan en la Universidad de Cornell, mostró una imagen del Voyager 1, situada a cuatro billones de millas de distancia, en la que aparece nuestro planeta como un pequeño punto. Haciendo referencia a la imagen, mencionó: “Eso es aquí, nuestro hogar. En él, todas las personas que amas, que conoces, de las que has oído hablar, los seres humanos que alguna vez existieron, vivieron sus vidas. Cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, todos los políticos corruptos, superestrellas, líderes supremos, santos y pecadores en la historia de nuestra especie vivieron allí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol”. La anterior frase es un recordatorio que, por más absolutos que nos lleguemos a sentir, en el universo no figuramos en lo más mínimo. Somos una especie con mucho por aprender. Nos faltan una infinidad de cosas por descubrir, por crear y por hacer. Admiro y respeto a Sagan, porque me ayuda a dimensionar aquello que nos falta por descubrir.
