Viernes, 10 de Octubre 2025

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Caducidad partidista

Por: Armando González Escoto

Caducidad partidista

Caducidad partidista

En México la caducidad de un partido se mide por el tiempo que tarda en corromperse. Y ante la decadencia incurable de un partido surge como un espejismo la idea de hacer uno nuevo, que sea verdaderamente inmune a los vicios del anterior.

La experiencia de la ciudadanía en este juego partidista ha sido muy frustrante. Partidos nuevos han surgido de manera constante desde hace ya varias décadas, algunos incluso nacieron ya corruptos, los demás siguieron ese mismo camino apenas probaron el éxito, pues en nuestra sociedad pervive un sector aficionado a vivir del presupuesto, es una especie de familia dotada de un especial talento para ventear hacia donde giran las preferencias electorales y migrar masivamente en ese sentido. Es la manada microbiana que en cuestión de muy pocos años acabó con el PAN en diversas partes del país, es la misma migración de oportunistas que en todavía menos tiempo ha logrado pudrir al MC. De esta dinámica fatal tampoco se ha escapado el PES y a cuanto instituto político surja con posibilidades de alcanzar el éxito.

Por su parte, los partidos nuevos que surgieron con gran ímpetu, advirtieron que carecían de candidatos para contender en las campañas, situación que los llevó a contratar a los excedentes de los partidos de siempre, con todo y su historial grillero y el hecho incontrastable de que si ahora cambiaban de militancia era por la sencilla razón de que en su anterior gremio no les habían dado lo que buscaban. Estos partidos nuevos comenzaron a tener triunfos electorales así fuera en poblaciones marginales; la embriaguez resultante fue de locura, como lo es la del que por primera vez se emborracha o siendo pobre de pronto se saca la lotería. El sabor del poder y las delicias del dinero público son altamente adictivas para una sociedad como la nuestra, que arrastra los síndromes de la minusvalía y la precariedad económica. Ya en este estado mental sicótico muy poco les importó verse invadidos por la tropa de los vividores políticos, de los migrantes que andan de partido en partido a la caza de oportunidades; de alguna manera los necesitaban por más que hubiese que pagarles con las argucias de siempre. Pero esta familia de trapecistas es ni más ni menos la familia septicemia, la clase de funcionarios que todo lo infecta y lo contamina, una verdadera manada microbiana que hoy agita las banderas del PRI, mañana las del PRD o las del PAN, luego las del MC, o las de MORENA a tenor de lo que su instinto electoral les diga.

Ya podía el PAN o el MC o cualquier otro partido eventualmente triunfador, tener a la cabeza al líder más impoluto, al nuevo Robespierre, incorruptible, tanto mejor; cuanto más grande es el manto de honestidad del líder, más corruptos pueden caber bajo su sombra, sobre todo cuando el supuesto impoluto líder finge no ver lo que hacen sus colaboradores, o lo que es peor, de veras no ve.

Debemos insistir, la democracia de partidos ya no funciona, aún más, no hace sino disfuncionar a costa del erario público, es decir, a costa del presente y del futuro de la sociedad mexicana.

armando.gon@univa.mx

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