La infancia humana se abre espacio en la pantalla con figuras de pequeños en los albores de la adolescencia. Juegos inocentes, verdaderas travesuras advirtiendo los riesgos de los que dan cuenta los medios de comunicación en estos días.La comparación viene a la mente acerca de las figuras trazadas hace más de medio siglo cuando la niña traviesa era, entre otras, “Chachita” Evita Muñoz que habría de trascender en películas de barrio, entre otras, al lado de figuras inolvidables como Pedro Infante.Ante la evidente necesidad de atraer público a la taquilla, el Cine Mexicano actual intenta la remembranza y los temas con reconocimiento en forma simultánea, tanto para el público nacional como el de otras latitudes. Sin duda. Besos de Azúcar es una muestra de este esfuerzo provocador de reflexión entre padres de familia y descendencia del presente siglo.El Cine en la generalidad de la vida humana en el mundo, siempre ha procurado un encontrar el matiz de aliento a la responsabilidad en todos los niveles sociales, desde el hogar de modesto barrio hasta el encumbrado, en un encuentro causal de observaciones sociales con sus variados efectos; donde la ruptura con los esquemas de comportamiento es permanente y hoy acelerada con cambios producto de la tecnología que, como dice la frase popular: acerca lo lejano y reduce espacio a lo cercano.El Sétimo Arte, da presencia profunda y duradera de los fenómenos sucesivos y sus efectos en el curso de la vida. En el caso que nos da Besos de Azúcar nos acercamos a contemplar lo cotidiano con la naturalidad del ejemplo que bien pudiera estar al lado y debemos prestarle la atención que merece la niñez y la tranquilidad propia.Dios nos guarde de la discordia.
